La inspiración en la Biblia

Por Norman L. Geisler

Aunque fue escrita por seres humanos en idiomas humanos, la Biblia no es

sólo un libro humano. Es inspirado por Dios. Los escritores fueron motivados

por Dios, y las palabras que escribieron fueron supervisadas por Dios. La

inspiración de la Biblia puede demostrarse de varias maneras.

Los escritores bíblicos aseguran ser motivados por el Espíritu de

Dios

En todas las sagradas Escrituras, los autores aseguran estar bajo la dirección

del Espíritu Santo. David dijo: “El Espíritu del Señor habló por medio de mí;

puso sus palabras en mi lengua” (2 Sam. 23:2, NVI). Pedro, al hablar del

Antiguo Testamento en su totalidad dijo: “la profecía no ha tenido su origen en

la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados

por el Espíritu Santo” (2 P 1:21, NVI).No todos los profetas fueron conocidos

como tales. Algunos eran reyes, como David; sin embargo, él era portavoz de

Dios. De hecho, se le llega a llamar “profeta” (Hch. 2:29-39). Otros eran

legisladores, como Moisés; pero también él fue profeta o vocero de Dios (Dt.

18:18). Algunos escritores bíblicos incluso rechazaron el título de “profeta”,

como Amós, quien con ello quiso decir que no era profeta profesional, a la

manera de Samuel y su “escuela de profetas” (1 Sam. 19:20). Sin embargo, aunque

Amós no fuera profeta de oficio, ciertamente era profeta por don de Dios (ver

Am. 7:14). Es decir que estaban siendo utilizados como voceros de Dios.Tampoco

todos los que eran profetas hablaban siempre en primera persona diciendo “así

dice el Señor”. Quienes escribieron libros históricos, como el profeta Jeremías

escribió los libros de Reyes, hablaban con un implícito “así hizo el Señor”. Su

mensaje era acerca de los hechos más que de las palabras de Dios para con su

pueblo. Sin embargo, todos los escritores bíblicos fueron canales a través de

los cuales Dios transmitió su mensaje a la humanidad.

Las Escrituras aseguran haber sido inspiradas por Dios.

Además, el apóstol Pabló declaró: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y

útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la

justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda

buena obra” (2 Tim. 3:16-17, NVI). Jesús describió las Escrituras como la misma

“palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4, NVI). Fueron escritas por

hombres que hablaron de parte de Dios. Pablo dijo que sus escritos eran

“palabras…que enseña el Espíritu” (1 Cor. 2:13, RVR1995). Como Jesús dijo a

los fariseos: “Entonces, ¿cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama

‘Señor’?” (Mat. 22:43, NVI).La Biblia afirma haber sido escrita por

profetas de Dios

Los autores bíblicos eran profetas y apóstoles de Dios. Se les denomina con

diferentes calificativos que nos informan acerca de su papel en la producción

de las Escrituras: 1) hombre de Dios (1 R. 12:22), es decir quien ha sido

elegido por Dios; 2) siervo del Señor (1 R. 14:18), una indicación de fidelidad

a Dios; 3) mensajero del Señor (Is. 42:19), es decir, enviado por Dios; 4)

vidente (ro’eh) u observador (hozeh) (Is. 30:9-10), lo que revela un

entendimiento proveniente de Dios; 5) hombre del Espíritu (Os. 9:7, RVR1995;

Miq. 3:8), es decir, quien habla por el Espíritu de Dios; 6) centinela (Ez.

3:17), lo que refleja un estado de alerta para con Dios; y 7) profeta (la

denominación más común), es decir, vocero de Dios.

La naturaleza de un profeta bíblico

La naturaleza del profeta bíblico se describe con gran viveza en estos

términos: “Habla el Señor omnipotente; ¿quién no profetizará? (Amós 3:8, NVI).

Es quien dice “todas las palabras que Dios había hablado” (Ex. 4:30, LBLA).

Dios dijo a Moisés a propósito de un profeta: “pondré mis palabras en su boca,

y él les dirá todo lo que yo le mande” (Dt. 18:18, NVI). Y agregó: “No añadan

ni quiten palabra alguna a esto que yo les ordeno” (Dt. 4:2, NVI). Jeremías

recibió esta orden: “Así dice el SEÑOR: ‘Ponte en el atrio de la casa del

SEÑOR, y habla a todas las ciudades … todas las palabras que te he mandado

decirles. No omitas ni una palabra'” (Jer. 26:2, NVI). Abreviando, un profeta

era alguien que decía lo que Dios le ordenaba decir, ni más ni menos.

“Lo que la Biblia dice, Dios lo dice”

Otra forma en que la Biblia asegura ser Palabra de Dios se expresa en la

siguiente fórmula: “Lo que la Biblia dice, Dios lo dice”. Esto se manifiesta en

el hecho de que en pasajes del Antiguo Testamento se asegura que “Dios lo ha

dicho” y en cambio cuando el mismo texto es citado en el Nuevo Testamento se

afirma que “las Escrituras” lo dicen. Algunas veces también es al contrario: en

el Antiguo Testamento la Biblia lo registra, pero en el Nuevo Testamento se

declara que Dios lo dijo. Considere la siguiente comparación:

Lo que Dios dice . . . la Biblia lo dice

 Gén. 12:3  Gál. 3:8 

 Éx. 9:16  Rom. 9:17 

Lo que la Biblia dice . . . Dios lo dice

 Gén. 2:24  Mt. 19:4,5 

 Sal. 2:1  Hch. 4:24,25 

 Is. 55:3  Hch. 13:34 

 Sal. 16:10  Hch. 13:35 

 Sal. 2:7  Heb. 1:5 

 Sal. 97:7  Heb. 1:6 

 Sal. 104:4  Heb. 1:7 

 Sal. 95:7  Heb. 3:7 

En palabras sencillas, inspiración significa “lo que diga la Biblia, lo dice

Dios”. Con palabras más precisas: “Lo que la Biblia afirme que es verdad, es

verdad, y lo que la Biblia afirme que es mentira, es mentira”.

Los escritores bíblicos aseguran: “así dice el Señor”

Otra forma en que la Biblia describe su propia inspiración es con frases

como “así dice el SEÑOR” (Is. 1:11,18; Jer. 2:3,5), “Dios dijo” (Gén. 1:3,6),

“La palabra del Señor vino a mí” (Jer. 34:1; Ez. 30:1) u otras similares que

aparecen cientos de veces en la Escritura. Estas expresiones revelan, más allá

de toda duda, que el escritor afirma que su mensaje es la Palabra de Dios

misma. De hecho, por su misma naturaleza los profetas no podían agregar ni

eliminar ninguna de las palabras que Dios hablara a través de ellos.

La Biblia afirma ser la “Palabra de Dios”

En muchas ocasiones la Biblia asegura ser la “Palabra de Dios” con esas

mismas palabras. Jesús dijo a los judíos de su tiempo: “Así por causa de la

tradición anulan ustedes la palabra de Dios” (Mt. 15:6, NVI). Pablo se refiere

a las Escrituras como “los oráculos de Dios” (Rom. 3:2, LBLA), y Pedro declara:

“Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente

imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece” (1 P. 1:23,

NVI). Además, el escritor de Hebreos afirma: “Ciertamente, la palabra de Dios

es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos” (Heb.

4:12, NVI, con énfasis agregado en todas las citas).

La Biblia asegura tener autoridad divina

Muchas otras palabras o frases utilizadas en la Biblia para describirse a sí

misma conllevan la afirmación de tener autoridad divina. Jesús dijo que la

Biblia es indestructible en el sentido de que nunca perecerá (ver Mt. 5:17,18);

es infalible o “inquebrantable” (ver Jn. 10:35); tiene la autoridad definitiva

(Mt. 4:4,10; 5); y es suficiente para la fe y la práctica (ver Lc. 16:31; 2

Tim. 3:º16-17).

La autoridad divina de las Escrituras se extiende a todo lo que está escrito

(2 Tim. 3:16); incluso las palabras mismas (ver Mt. 22:43; 1 Cor. 2:13), los

tiempos de los verbos y el número de los sustantivos (ver Mt. 22:32 y Gál.

3:16), hasta las partes más pequeñas de las palabras (Mt. 5:17,18). Es decir

que aunque la Biblia no haya sido dictada verbalmente por Dios al hombre, el

resultado es tan perfecto como si hubiera sido así. Porque los autores bíblicos

aseguraron que Dios es la fuente de las palabras de la Escritura, ya que Él

supervisó sobrenaturalmente el proceso mediante el cual el hombre, usando su

propio vocabulario y estilo, registró el mensaje de Dios (2 P. 1:20-21).

La Biblia fue escrita con términos humanos

Aunque la Biblia asegura ser la Palabra de Dios también es palabra de

hombres. Asegura ser la comunicación de Dios a los seres humanos con palabras

humanas. Aunque asegura tener una fuente divina, la Biblia es también un libro

totalmente humano.

Primero que nada, cada libro de la Biblia fue obra de un escritor humano,

más de treinta en total, incluyendo a Moisés, Josué, Samuel, Nehemías, David,

Salomón, Isaías, Jeremías, Esdras, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías,

Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, Malaquías, Mateo,

Marcos, Lucas, Juan, Pablo, Santiago, Pedro y Judas.

Segundo, la Biblia incluye diferentes estilos literarios, desde la lúgubre

métrica de Lamentaciones hasta la sublime poesía de Isaías, desde la sencilla

gramática de Juan hasta el complejo griego de la carta a los Hebreos.

Tercero, la Biblia muestra perspectivas humanas: David habló en el Salmo 23

desde la perspectiva de un pastor; el libro de Reyes está escrito desde el

punto de vista de un profeta; Crónicas, desde un punto de vista sacerdotal;

Hechos manifiesta un interés histórico; y 2 de Timoteo, el corazón de un

pastor. Los escritores hablan desde la perspectiva del observador cuando hablan

de la salida o la puesta del sol (ver Jos. 1:15).

Cuarto, la Biblia revela patrones y procesos de pensamiento humano,

incluyendo el razonamiento humano (como en Romanos) y memoria humana (ver 1

Cor. 1:14-16).

Quinto, la Biblia revela emociones humanas, tales como la aflicción

expresada acerca de los israelitas (ver Rom. 9:2) o la ira contra los gálatas

(ver Gál. 3:1).

Sexto, la Biblia revela intereses humanos específicos indicados por su

elección de imágenes: Oseas tenía intereses rurales, Lucas intereses médicos y

Santiago interés en la naturaleza.

Finalmente, algunas veces utiliza fuentes humanas: es posible que Lucas haya

redactado su evangelio apoyándose en otras fuentes escritas (Lc. 1:1-4); el

Antiguo Testamento a menudo utilizaba fuentes escritas no canónicas (cf. Jos.

10:13); Pablo citó tres veces a poetas no cristianos (Hch. 17:28; 1 Cor. 15:33;

Tit. 1:12); Judas citó material de libros no canónicos (Jud. 9,14). Por

supuesto, toda verdad viene originalmente de Dios, independientemente de su

fuente inmediata.

Algunas veces los críticos objetan la humanidad de la Biblia, arguyendo que:

1) Si la Biblia es un libro humano, debe tener errores, porque “errar es

humano”; por lo tanto, la Biblia debe tener errores. Sin embargo, la falacia de

este razonamiento yace en la suposición errónea de que “los humanos siempre

cometen errores”. Un directorio telefónico perfecto no contiene errores.

Cualquiera puede escribir un libro sin errores. Este es uno: Página uno: “2 + 2

= 4″. Página dos: “2 + 3 = 5”. Si simples humanos pueden escribir libros sin

errores, ¿cuánto mas podrán hacer quienes están bajo el cuidado especial y

providencial de Dios, quien los preserva contra todo error (como aseguran los

autores de la Escritura acerca de sí mismos)? De hecho, así como Jesús fue

divino y humano, pero sin pecado (Heb. 4:15; 2 Cor. 5:21), igualmente la Biblia

tiene una dimensión divina y humana, pero sin errores (Mt. 22:29; Jn.

17:17).

¿Cómo puede Dios producir un libro perfecto a través de instrumentos humanos

imperfectos? ¡Igual que se puede trazar una línea recta con una vara torcida!

Jesús dijo a sus discípulos: “cuando venga el Espíritu de la verdad, él los

guiará a toda la verdad” (Jn. 16:13, NVI). Por tanto, las Escrituras producidas

por hombres de Dios, con la guía del Espíritu Santo, son la Palabra de Dios

misma.


Published August 10, 2006