Cómo enseñar Ciencia a los estudiantes de Humanidades cristianos

Por Forrest M. Mims III

Una de las ironías de la cultura norteamericana contemporánea es el declive de las aptitudes científicas que ha acompañado a los significativos avances de la tecnología. En 1969, los Estados Unidos colocaron a los primeros hombres en la luna. Sin embargo, en 1995 una encuesta patrocinada por la Fundación Nacional para la Ciencia reveló que sólo el 47 por ciento de los encuestados indicó saber que la tierra da una vuelta al sol cada año (Jon D. Miller,  The measurement of civic scientific literacy [Medición del nivel de alfabetización científica cívica], Public Understand. Sci. 7, 203-223, 1998).

Varias encuestas más han mostrado que una cantidad significativa de personas leen y creen en los horóscopos diarios y participan o creen en varias prácticas ocultistas. Uno de los programas de radio más populares de los Estados Unidos habla sobre OVNIs, fantasmas, lo paranormal, reencarnación, abducciones alienígenas, teorías de conspiración y otros temas relacionados. Entre los invitados se encuentran viajeros del tiempo, psíquicos y videntes. La idea de que el gobierno esté utilizando aviones para rociarnos con sustancias químicas o para alterar el clima se puede encontrar por toda la Internet. Basta introducir la palabra “chemtrails” (estelas de productos químicos) en cualquier motor de búsqueda para unirse a estas recientes tonterías pseudocientíficas. Puede encontrar miles de fotografías de las estelas de condensación producidas normalmente por los aviones de las que se afirma que portan sustancias químicas nocivas.

La ciencia no es el único campo en declive entre los estudiantes de Norteamérica. En 2002, la Asociación Nacional de Eruditos (NAS, por sus siglas en inglés) comisionó a la empresa Zogby International para llevar a cabo una encuesta de conocimientos generales entre 401 estudiantes del último año en universidades públicas y privadas (Zogby International, “Survey Of College Seniors” [Encuesta a Universitarios de Último Año], 26 de abril de 2002). Se utilizaron preguntas básicas, prácticamente idénticas a las que hizo la Organización Gallup en 1955 en las siguientes materias: literatura, música, ciencia, geografía e historia. El resultado fue un pésimo comentario acerca del deplorable nivel de conocimientos generales en los Estados Unidos. Como la NAS concluyó, “los universitarios de último año de hoy en día tuvieron un promedio un poco mayor o igual que los graduados de preparatoria de hace medio siglo en una batería de 15 preguntas de cultura general” (Asociación Nacional de Eruditos, “Today’s College Students Barely More Knowledgeable than High School Students of 50 Years Ago, Poll Shows” [Encuesta Muestra que Los Universitarios de Hoy Tienen casi el Mismo Nivel de Conocimientos que los Alumnos de Preparatoria de hace 50 Años], 18 de diciembre de 2002).

En 1999, El Consejo Norteamericano de Fideicomisarios y Alumnos (ACTA, por sus siglas en inglés) comisionó a la organización Roper para encuestar a los alumnos de último año de las 55 mejores universidades humanísticas y de investigación identificadas por la revista U.S. News & World Reports (Anne D. Neal, Jerry L. Martin y Mashad Moses, “Losing America’s Memory: Historical Illiteracy in the 21st Century” [Pérdida de la Memoria de Norteamérica: Analfabetismo Histórico en el Siglo XXI], Consejo Norteamericano de Fideicomisarios y Alumnos, 21 de febrero de 2000). El estudio mostró que el 81 por ciento de los alumnos de último año de estas universidades reprobaron un examen de historia de nivel preparatoria. ¿Y por qué no? Sólo una cuarta parte de las universidades incluidas en la encuesta exigía cursos de historia. Mientras que sólo el 23 por ciento de los estudiantes identificaron correctamente a James Madison como el padre de la Constitución de los Estados Unidos, el 99 por ciento identificó correctamente a los personajes de caricatura Beavis y Butthead, y el 98 por ciento identificó al cantante de rap Snoop Doggy Dogg.

Una forma de entender mejor la profundidad del problema es considerar algunas de las preguntas reales del examen:

1. Diga la diferencia entre los siguientes términos:
(a) Latitud y longitud
(b) Ecuador y eclíptico
(c) Rotación y revolución

2. ¿Por qué son siempre iguales las noches y los días en el ecuador?

3. Explique la sucesión de las estaciones

Estas preguntas son del Examen de Admisión a la Preparatoria de Columbia Británica de 1890 (Patrick A. Dunae, Ed., Lessons from the Past [Lecciones del Pasado]). Se exigía que los estudiantes tuvieran al menos 12 años para poder tomar este examen. Note que las preguntas piden respuestas escritas, no son de opción múltiple. Puede un alumno típico de secundaria de hoy responder estas preguntas? ¿Qué tal un graduado de preparatoria? ¿Y un graduado de universidad?

Muchos comentaristas y organizaciones han observado que la disminución de los conocimientos generales de los norteamericanos va de la mano de un enorme aumento del gasto público y privado en la educación. Diversos esquemas de acreditación supuestamente aseguran a estudiantes, padres, donadores, contribuyentes fiscales y futuros empleadores que las instituciones educativas están debidamente equipadas y actualizadas con educadores plenamente calificados.  Sin embargo, los resultados muestran que algo está muy mal.

A pesar de lo generalizado del problema, existen algunas instituciones de educación secundaria y universitaria diseminadas por todo el país que proporcionan una educación balanceada en los campos de humanidades, artes y ciencias. Entre ellas se encuentra la Universidad de las Naciones (UofN), una escuela cristiana sin denominación que tiene sucursales en unos noventa países. Las universidades contemporáneas se han convertido en grandes negocios donde los estudiantes son vistos como clientes anónimos más que como alumnos. La UofN ha revertido esta tendencia con su enfoque único de educación superior. La UofN ignora expectativas tradicionales como la certificación, que de todos modos no garantiza una educación de calidad. La UofN no busca ni acepta fondos del gobierno. Tampoco se apega a los calendarios tradicionales. En lugar de eso, los cursos de la UofN se ofrecen en sesiones de tres meses durante todo el año.

Con frecuencia, los cursos de nivel licenciatura de las principales universidades son impartidos por un maestro asistente en un auditorio donde se sientan cientos de estudiantes. En muchas universidades de investigación, los profesores nunca entran a un salón de clase. Su único contacto con los estudiantes puede ser cuando los contratan como asistentes. La Universidad de las Naciones tiene un mejor sistema. Los grupos son pequeños. Los maestros son académicos, científicos, escritores, ingenieros y ministros con una enorme experiencia de la vida. Con frecuencia se reúnen con los estudiantes para comer o cenar.

He participado en el modelo académico exclusivo de la Universidad de las Naciones desde 1992, enseñando un segmento de ciencia en un curso ofrecido por el Colegio de Humanidades y Estudios Internacionales. El curso se llama Humanidades y Ciencia: Una Perspectiva Cristiana, y su objetivo es dar a los estudiantes cristianos una perspectiva bíblica del mundo. Durante el curso de tres meses, los estudiantes asisten a lecciones diarias cada mañana y tarde.  Los maestros de planta y los maestros invitados proporcionan una intensa instrucción filosófica, literaria, científica, gubernamental, de relaciones internacionales, historia de la iglesia, comparación de religiones, misiones, arte e historia.

El curso fue desarrollado por el Dr. Douglas Feaver, un lingüista e historiador clásico que describió su inspiración en una entrevista: “La verdad es el campo de estudio de la teología, la filosofía y la ciencia; la justicia es el objeto de estudio de la ley, la política y la economía; la belleza es la preocupación de la música, las artes y la literatura, por ejemplo. Repentinamente pude ver que las diferentes disciplinas de las humanidades están relacionadas entre sí a través del carácter de Dios” (Lisa Orvis,  Renewing the Mind [Cómo Renovar la Mente] 101, Online, 2001).

El Dr. Feaver diseñó la parte científica del curso mientras trabajaba con el Dr. Howard Malmstadt, co-fundador y administrador de la Universidad de las Naciones, y el Dr. Derek Chignell, director del departamento de química del Colegio Wheaton durante 20 años.

El Dr. Malmstadt († 2003) fue un químico de clase mundial que escribió más de 150 documentos científicos y 10 libros de texto universitarios sobre espectroscopia. El Dr. Brian R. Strohmeier, presidente de un comité que dio a Malmstadt uno de sus muchos premios, declaró: “El profesor Malmstadt hizo enormes contribuciones a la química analítica, especialmente en las áreas de espectroscopia atómica y molecular, tanto como educador como investigador… es muy conocido por su brillante intelecto científico, personalidad afable y motivadora, altas normas morales, entusiasmo, creatividad y liderazgo en la química analítica. El mundo de la espectroscopia atómica de hoy es en gran parte el resultado de muchas generaciones de estudiantes que él ha preparado” (Biografía de Howard Malmstadt de la Universidad de Illinois).

El Dr. Larry Faulkner, Presidente de la Universidad de Texas, escribió: “Howard Malmstadt iba por lo menos una década adelante de los demás en la comprensión de los grandes cambios cualitativos que podrían ocurrir en la química analítica si se aprovecharan, primero, los avances en la microelectrónica y, después, la nueva tecnología que yace en los microprocesadores. Malmstadt también predijo el gran crecimiento repentino que experimentaría la química analítica clínica”.

Incluyo estos impresionantes elogios para enfatizar que el Doctor Malmstadt fue totalmente accesible a los alumnos, compañeros y maestros visitantes. Impartió personalmente un segmento científico del curso Humanidades y Ciencia: Una Perspectiva Cristiana. El apartamento que tenía dentro de la universidad estaba al final de un dormitorio de estudiantes. Comía con los estudiantes, muchos de los cuales no tenían idea del prestigio internacional del maestro. El Dr. Chignell, quien ha relevado a Malmstadt en las responsabilidades científicas del curso, es igualmente accesible a los alumnos.

Aunque me dedico profesionalmente a la ciencia, mis estudios fueron de administración pública. No tengo los títulos académicos necesarios para impartir un curso de ciencia en las universidades convencionales. Así que fue una sorpresa para mí que los doctores Malmstadt y Chignell me invitaran a impartir el segmento de ciencia en el curso Humanidades y Ciencia: Una Perspectiva Cristiana. Su estrategia quedó clara el primer día de clases, cuando me di cuenta de que la mayoría de los asistentes al curso eran estudiantes de humanidades intimidados por la ciencia. Su miedo desapareció cuando supieron que mi formación universitaria es más cercana a la mayoría de sus objetivos académicos que a la clase de ciencia experimental que imparto.

El sistema de la Universidad de las Naciones para enseñar ciencia a estudiantes de arte y humanidades funciona. En el segmento que he impartido cada año en el campus de Kona, Hawaii, los estudiantes aprenden las bases de la metodología científica mediante demostraciones participativas. Pasan tiempo construyendo circuitos analógicos y digitales básicos. Hacen viajes de estudio al famoso observatorio meteorológico del Mauna Loa y a los observatorios astronómicos que se encuentran en la cima del vecino Mauna Kea. Aprenden cómo se miden la capa de ozono y los rayos ultravioleta del sol. Estudian el diseño y funcionamiento de los fotómetros solares que miden la cantidad de neblina y vapor de agua. Aprenden a identificar varios tipos de nubes y cómo se altera la apariencia del cielo debido al humo, el polvo y la contaminación del aire por sulfato proveniente de plantas de energía y volcanes. Además de asistir a clases matutinas y vespertinas, a cada estudiante se le exige un proyecto científico original. Los proyectos terminados deben presentarse ante la clase y más tarde en una sesión abierta a todo el cuerpo estudiantil.

El éxito de los estudiantes se mide a través de un examen final, que cuenta como la mitad de su calificación final. La otra mitad es determinada por el proyecto científico.

Más importantes que las calificaciones de los estudiantes son sus caras sonrientes al presentar su proyecto científico. Con frecuencia, los que en un principio eran más aprensivos acerca del elemento científico del curso se convierten en los más entusiastas presentadores. Pocos de estos estudiantes se dedican a la ciencia, pero ninguno de ellos será intimidado por esa rama del conocimiento a lo largo de su vida, porque han observado a científicos reales y sus instrumentos en acción, además de haber realizado y presentado su propio proyecto científico. ¿No es ese el objetivo de la educación bien redondeada?

 


Published August 10, 2006