Por Denyse O’Leary
Soy una bloguer (bloguer es el término utilizado para los periodistas, o cualquier persona que revela información o contenidos diversos a través de paginas web llamadas Blog) … en realidad una bloguer con propósito específico, una periodista apostada en Toronto que cubre la controversia del diseño inteligente. Sí, soy sólo un punto entre las hordas de “mujaidines en pijama” (término que primero fue dicho como una burla hacía los periodistas blogers, pero que después fue aceptado por los mismos) que están dando nueva forma a los Estados Unidos siguiendo la línea de una predicción hecha en 1960 por el profesor de comunicaciones de la Universidad de Toronto, Marshall McLuhan -una predicción más que notable porque la Internet aún no existía cuando McLuhan empezó a reflexionar en el futuro papel de la misma[1]. Es que, aún un pequeño punto en la parte superior de la pantalla contribuye a la totalidad de la imagen.
En abril de 2005 inicié un blog Post-darvinista para darme una idea de lo que estaba ocurriendo entre una y otra de las ediciones de mi libro By Design or by Chance? [¿Por Diseño o por Casualidad?]. Frecuentemente, el blog me ha puesto en contacto con científicos materialistas, reflexivos y casi robotizados. No es raro encontrarlos, especialmente en las altas esferas.
Según una encuesta realizada por el sociólogo Edward Larson, ganador del Premio Pulitzer, y su colega Larry Witham, la mayoría de los científicos norteamericanos tienen creencias religiosas similares a las del público en general. Por ejemplo, 41% de los científicos norteamericanos con doctorado creen en un Dios a quien podemos orar[2].
Sin embargo, como también hacen notar estos sociólogos, la cosa cambia drásticamente con los científicos que pertenecen a academias de elite, tales como la Academia Nacional de las Ciencias (NAS, por sus siglas en inglés). Por ejemplo, en una encuesta realizada en 1996, sólo el 7% de los miembros expresó una creencia personal en Dios, y más del 72% expresó incredulidad. El resto expresó duda o agnosticismo.
Las opiniones de los científicos de elite son radicalmente opuestas a las volcadas en las encuestas de opinión pública típica que muestran, por ejemplo, que el 95% de los estadounidenses cree en Dios. Eso no significa que los científicos de elite estén equivocados; pero tampoco que tengan razón. Más bien plantea la pregunta: ¿qué quiere decir la diferencia?
Esta es la parte de la historia que me parece sospechosa: en 1998, cuando el presidente de la NAS, Bruce Alberts, dijo que urgía enseñar la evolución darvinista en las escuelas públicas, aseguró que “hay muchos miembros destacadísimos de esta academia que son personas muy religiosas, gente que cree en la evolución, muchos de ellos biólogos”. Larson y Witham comentaron sucintamente: “Nuestra encuesta sugiere otra cosa”.
Podría ser un error asumir que la elite científica opina lo que opina simplemente porque está formada de científicos de elite. El renombrado químico cuántico Fritz Schaefer III señala que sea lo que sea lo que induzca a la gente a creer en Dios, no parece tener mucho que ver con tener un doctorado en ciencia. Ciertamente en el medio científico, como en cualquier otra profesión, a partir de niveles de ingresos de unos 50,000 dólares por año en adelante (en Estados Unidos), parece haber una correlación entre mayor salario y agnosticismo[3].
¿Es la predominancia de los materialistas en los escalones más altos de la ciencia resultado de una mayor utilidad del materialismo? Como periodista, encuentro esta explicación muy sospechosa. Es más probable que el régimen materialista establecido aplique una descalificación informal contra la gente que no se amolde.
Por ejemplo, en 2005 la Universidad Católica Duquesne de Pittsburg canceló el patrocinio de una conferencia impartida por un renombrado químico cuántico -sí, el mismo Fritz Schaefer de quien hablamos anteriormente -porque algunos profesores de biología creían que era simpatizante del movimiento del diseño inteligente. No nos extrañaría nada que los profesores de biología plantaran ese mismo criterio en sus estudiantes de maestría, el cual debe acompañarlos mientras suben el escalafón.
En ese caso, los materialistas -aunque se proclamen cristianos- tienen mucho que perder por un cambio de paradigma hacia el reconocimiento del diseño inteligente en el universo. Ciertamente, ese tipo de personas no tardaron en darme a conocer su desaprobación del diseño inteligente. Un incidente sobresaliente en mi reciente carrera de bloguer me ayudó a entender la codependencia de ese tipo de personas con los principales medios de comunicación estadounidenses para mantener una visión velada del mundo.
¿De qué otra forma se puede interpretar el siguiente incidente? En julio de 2005, el Cardenal Arzobispo de Viena, Christoph Schoenborn, empezó a atacar agudamente al darvinismo en el New York Times.
La evolución en el sentido de la existencia de un antepasado común puede ser verdad, pero la evolución en el sentido neodarviniano -un proceso de variación aleatoria y selección natural, sin dirección ni plan- no lo es. Cualquier sistema de pensamiento que niegue o trate de desvirtuar con explicaciones la abrumadora evidencia del diseño en la biología, es ideología, no ciencia.
Este fue un ataque sorpresivo viniendo de una iglesia que con frecuencia ha sido considerada como uno de los defensores de (algún tipo convenientemente indefinido) la evolución. Por supuesto, la bola de nieve empezó a rodar casi inmediatamente; los medios anunciaron que Su Eminencia realmente no entendía, que los biólogos de la corriente principal no dicen que la evolución no tenga guía ni plan (aunque de hecho lo hacen), etcétera.
Durante todo el verano pasado me pregunté si la iglesia católica (la institución viva más antigua del mundo) realmente apoya a los darvinistas, ante quienes muchos presidentes y cancilleres se han inclinado… los mismos darvinistas que aseguran haber descubierto que en realidad la vida no fue diseñada, contrariamente a lo que siempre creyó la vasta mayoría de la raza humana.
Tal vez sí. En noviembre recibí uno de esos llamados urgentes de una fuente confiable que me dijo: ¡mira ahora la página web del cardenal Schoenborn! Bien, era una oportunidad de desempolvar el alemán que aprendí en la preparatoria y, sí, ahí estaba el cardenal, diciendo que el Papa aprobaba sus comentarios sobre la separación de la iglesia católica y el darvinismo.
Mejor aún, el Papa había usado el término “progetto intelligente” (diseño inteligente) para describir el universo en idioma italiano. Personas que hablan fluidamente el italiano me informaron que este es el mismo término que los medios italianos utilizan cuando informan acerca de la controversia del diseño inteligente en los Estados Unidos.
Ahora, lo interesante de esta historia, para nuestros propósitos, no es la opinión del cardenal Schoenborn o el Papa Benedicto XVI, que en realidad no debe sorprendernos. La iglesia católica (sin señalar casos específicos) no es una organización materialista; su visión del materialismo se ilustra mejor por el hecho de que para canonizar a una persona ésta debe haber vencido las “leyes de la naturaleza” al obrar un milagro que se le haya pedido en oración. Es irrelevante el que usted acepte o no la teología católica de la santidad. Aquí lo importante es que esa visión sólo puede ser sostenida por gente que desdeña todo lo que los darvinistas defienden tan fervientemente.
La única razón de que las opiniones del Papa o el cardenal fueran remotamente sorprendentes para alguien es el hecho de que los medios de comunicación estadounidenses están tan desconectados de lo que está pasando que continuamente acuden a fuentes desorientadoras cuando desean interpretar las opiniones oficiales de la iglesia católica. Entre las típicas estrellas de los medios estadounidenses se encuentran el astrónomo del Vaticano George Coyne y el teólogo de procesos John Haught, ninguno de los cuales es cercano al Papa en el sentido en que Schoenborn lo es.
La parte más interesante de esta historia es la reacción de algunos científicos cristianos con los que yo he trabajado como corresponsal. Generalmente, quieren hacer una distinción entre un supuesto “Diseño Inteligente” protestante estadounidense y un “diseño inteligente” católico, una separación que defienden encarnizadamente[4]. Obviamente. El Papa no es estadounidense ni protestante, así que no debemos suponer que el se haya basado en esas fuentes. Sin embargo, un físico de peso en la visión episcopal anunció que no creería que el Papa había querido decir diseño inteligente a menos que lo dijera en inglés. Como si el concepto de traducción funcional equivalente nunca hubiera existido.
Pero, ¿saben?, yo dudo que importe que el Papa lo diga en inglés. En ese caso, el comentario sería recibido con un gran silencio. Muchos círculos científicos escuchan a las autoridades religiosas sólo cuando respaldan los postulados del materialismo radical o cuando delimitan un espacio “religioso” falto de sentido que no se contrapone con esos postulados (a menos que los materialistas elijan invadir ese espacio, lo cual tienen libertad de hacer en cualquier momento y con cualquier pretexto).
Al pensar en los científicos materialistas que me han atacado y ridiculizado por publicar noticias en mi página web durante los últimos meses, empiezo a entender lentamente la fatal debilidad del materialismo: es una filosofía monística. No deja espacio a alternativas de opinión; todo debe ajustarse al marco materialista y, por lo tanto, cualquier explicación materialista, por defectuosa o tonta sea, es preferible a otras explicaciones no materialistas, por buenas que sean sus fuentes.
Con una fórmula así, es imposible desviarse, pero también ir hacia la verdad. De hecho, no se puede ir a ningún lado.
[1] McLuhan no fue un hippy de los años ’60 cubierto de flores, y no se le debería señalar así. Es verdad que los hippies se adueñaron con frecuencia de su legado, pero en realidad él fue un devoto católico y seguidor de la filosofía tomista. Se dio cuenta del potencial de los medios de comunicación para minar las tiranías basadas en ideologías colectivistas, porque podían poner a los individuos en contacto con los demás, anulando las fuerzas controladoras que los separaban. Por eso acuñó el término “aldea global”. Mi conferencia para GodBlogCon acerca del papel e importancia de McLuhan -una conferencia tipo blog realizada en septiembre de 2005 en la Universidad Biola de los Ángeles- se puede bajar del sitio.
[2] Ver Edward J. Larson y Larry Witham, “Leading scientists still reject God” [Los principales científicos aún rechazan a Dios”, Nature (1998), vol. 394: 313.
[3] Citado por Henry F. “Fritz” Schaefer III en “Stephen Hawking, the Big Bang and God” [Stephen Hawking, la Gran Explosión y Dios], una conferencia disponible en https://www.origins.org/articles/schaefer_bigbangandgod.html.
[4] Como editor y miembro con derecho a voto de la Asociación de Editores de Canadá, simplemente no he podido hacerles ver que, en el uso común moderno generalmente se prefieren las minúsculas y que la distinción que ellos hacen morirá irremediablemente.
RESUMEN BIOGRÁFICO: Denyse O’Leary es una periodista apostada en Toronto y autora del multipremiado libro By Design or by Chance? [¿Por Diseño o por Casualidad?] (Augsburg Fortress, 2004), una reseña de la controversia del diseño inteligente. Fue nombrada Autora Canadiense del Año 2005 y es coautora, junto al neurocientífico de Montreal Mario Beauregard, del libro de próxima aparición The Spiritual Brain [El Cerebro Espiritual] (Harper, 2007) -un vistazo a las pruebas neurocientíficas que demuestran que la mente humana es más que una simple función del cerebro.
Published November 6, 2017