El origen de la vida

Por Walter Bradley

Introducción

Antony Flew, un profesor de filosofía británico y campeón del ateísmo por

más de medio siglo, cambió de opinión y se convirtió en deísta a la edad de

ochenta y un años. En una entrevista telefónica para ABC News (9/dic/2004),

Flew indicó que “una superinteligencia es la única explicación plausible para

el origen de la vida y la complejidad de la naturaleza”. En el New

York Times (13/jun/2000), Nicholas Wade resumió con las 

siguientes palabras el estado actual de las teorías relacionadas con el origen

de la vida: “Es una pesadilla tratar de explicar los procesos químicos de la

primera vida. Nadie ha desarrollado aún una explicación plausible para mostrar

cómo las primeras sustancias biológicas -se piensa que fueron ácidos

ribonucleicos (ARN)- podrían haberse construido a sí mismas a partir de las

sustancias inorgánicas que posiblemente existieron durante las primeras fases

de la Tierra. El ensamblaje espontáneo de una pequeña molécula de ARN en la

Tierra primitiva ‘habría sido casi un milagro’, declararon el año pasado dos

expertos en la materia”. ¿Qué aspecto del origen de la vida ha confundido a los

científicos hasta el punto de persuadir a los ateos de convertirse en deístas o

teístas? ¿Por qué se considera que el origen de la vida es uno de los “grandes

misterios no resueltos de la ciencia” (Discover 1993)?

Entre las capacidades mínimas necesarias para el correcto funcionamiento de

un sistema vivo se encuentran el procesamiento de energía, el almacenamiento de

información y la duplicación. Lila Gatlin captura la esencia del problema al

hacer notar que la vida puede definirse operacionalmente como un sistema con la

capacidad de almacenar y procesar información esencial para su propia

reproducción. Estas operaciones biológicas se hacen posibles mediante moléculas

muy complejas tales como el ADN, el ARN y las proteínas. En este ensayo, me

gustaría explorar el “milagro del origen de la vida” echando un vistazo a la

complejidad molecular esencial para la vida, e indicando por qué es tan difícil

que leyes naturales ciegas (algunas veces llamadas casualidad y necesidad)

puedan explicar el origen de estas notables moléculas biológicas.

La Información y las Moléculas Biológicas

Las proteínas, el ARN y el ADN son largas cadenas  de polímeros. El

“-mero” de “polímero” significa bloque de construcción y “poli” significa

“muchos”. La molécula de proteína es un polímero generalmente compuesto por

unos cien a trescientos bloques de construcción llamados aminoácidos. Hay

veinte tipos distintos de  aminoácidos en las proteínas (la figura 1

muestra cinco de ellos). Estos aminoácidos reaccionan químicamente para formar

cadenas largas (polímeros), las cuales a su vez forman estructuras

tridimensionales, como se observa en la figura 2. Esta estructura distintiva

permite que varias proteínas sirvan como catalizadores, acelerando en un millón

de veces las reacciones químicas en los sistemas vivos.

glicina  valina  cistina  histidina triptófano

Figura 1. Esquemas de cinco aminoácidos


Figura 2. Cadena polimérica doblada que forma una estructura proteínica

tridimensional

La secuencia de los veinte tipos diferentes de aminoácidos determina la

forma de la estructura tridimensional. Sólo una pequeñísima fracción de las

secuencias posibles de aminoácidos dan por resultado estructuras

tridimensionales útiles desde el punto de vista biológico. De hecho, se ha

predicho teóricamente, y se ha demostrado experimentalmente, que las

probabilidades de obtener la secuencia correcta de aminoácidos para una

proteína como el citocromo C son de 1:1060. ¿Cómo es posible, entonces, que las

proteínas se formen con éxito a partir de los aminoácidos de las células?

Las moléculas de ADN y ARN son la clave para obtener las notables secuencias

de aminoácidos de las proteínas que habilitan las funciones biológicas más

importantes de las células. El ADN está codificado con información que puede

dar secuencia a los aminoácidos en varias proteínas para un organismo dado. La

molécula de m-ARN recibe su información codificada del ADN y luego sirve como

plantilla para obtener la secuencia exacta de aminoácidos y producir más de 300

proteínas funcionales distintas. Podemos pensar en el ADN como si fuera el

“cerebro computacional” de cada célula, el cual controla la secuencia de

aminoácidos en 300 o más proteínas distintas, las cuales a su vez controlan los

procesos químicos necesarios para la vida de la célula. Para formar una

molécula de ADN con la información codificada para una bacteria de E. coli se

requerirían 4,600,000 instrucciones, o el equivalente a 800 páginas de

información. Así que aunque esto resuelve el problema del origen de la

información necesaria para dar secuencia (o codificar) varias proteínas, no

resuelve el misterio del origen de esta inmensa cantidad de información, sólo

lo transfiere al ADN (o posiblemente al ARN del primer sistema vivo). El origen

de la gran cantidad de información del ADN, expresada en la sorprendente

complejidad molecular esencial para la vida, es el enigma central de la

biogénesis.

Formación del ADN, el ARN y las Proteínas bajo Condiciones

Prebióticas

Las moléculas de ADN se reproducen a sí mismas (con la ayuda de las

proteínas) y, asistidas por el ARN, codifican las diferentes secuencias de

aminoácidos dentro de las proteínas que hacen posible el uso eficiente de la

energía por parte de los sistemas vivos. De esta forma, el ADN, el ARN y las

proteínas habilitan las funciones necesarias para la vida: a saber, el

almacenamiento de información, la duplicación y la utilización eficiente de la

energía. Pero, ¿cómo se produjeron originalmente el ADN, el ARN y las

proteínas? Durante más de 50 años, las investigaciones sobre el origen de la

vida han tratado de contestar esta pregunta. ¿Qué hemos aprendido?

Las investigaciones sobre el origen de la vida iniciaron en 1950 con el

intento de sintetizar químicamente los bloques moleculares básicos para las

proteínas y el ADN, entre ellos varios aminoácidos, bases y azúcares. El éxito

temprano de Miller y Urey en la fabricación de estos bloques moleculares

(supuestamente bajo condiciones similares a las de las primeras fases de la

existencia de la Tierra) se vino abajo en la década de 1980, cuando se

determinó que la atmósfera primitiva de la Tierra nunca fue rica en metano,

amoníaco ni hidrógeno (los gases utilizados en los experimentos de los dos

científicos). Sólo utilizando un proceso químico prebiótico plausible es

posible producir cantidades minúsculas de aminoácidos y ribosa (cierto tipo de

azúcar). Hoy el origen de estos bloques esenciales de la vida sigue siendo un

misterio.

Un segundo problema es que en el mundo prebiótico los bloques de

construcción pueden haber estado rodeados de muchas otras sustancias altamente

reactivas, por lo que la reacción de los bloques con dichas sustancias sería

más rápida que la reacción de unos bloques con otros. A menos que se hayan

evitado de alguna forma estas reacciones secundarias destructivas, la aparición

del ADN, el ARN o las proteínas sería imposible.

Un tercer problema es el armado de las cadenas de polímeros a partir de los

bloques. Por ejemplo, los aminoácidos pueden unirse (mediante reacciones

químicas) en varias formas, pero sólo una de estas formas de unión de las

moléculas de aminoácidos adyacentes (enlaces químicos llamados péptidos) da por

resultado una cadena de polímero con función proteínica, como se ve en la

figura 3. Similarmente, se necesitan de tres a cinco enlaces de fosfodiester,

pero entre dos y cinco enlaces dominan la polimerización de los poli

nucleótidos, el primer paso en la formación del ADN y el ARN.

Figura 3. Enlaces peptídicos unen aminoácidos en una cadena de

polímero

Un cuarto desafío resulta del hecho de que los aminoácidos y los azúcares

vienen en versión derecha o izquierda (las estructuras son iguales excepto

porque son como reflejos de espejo, como se ve en la figura 4). Ambas versiones

de aminoácidos reaccionan con la misma rapidez, pero los sistemas vivos sólo

tienen aminoácidos izquierdos y azúcares derechos. ¿Cómo es posible que podamos

obtener 100 ó más aminoácidos izquierdos de una mezcla que contiene igual

concentración de izquierdos que de derechos? Este problema se ha estudiado

mucho, pero la explicación sigue siendo escurridiza.

Figura 4. Aminoácidos izquierdo y derecho: imágenes de

espejo

Además de los problemas para producir los bloques bajo condiciones

prebióticas plausibles, evitar reacciones secundarias fatales y lograr que los

bloques encuentren la cantidad necesaria de aminoácidos izquierdos y azúcares

derechos para ensamblarlos, el problema más desafiante del escenario del origen

de la vida es obtener la secuencia correcta de aminoácidos en las proteínas, y

de bases en el ADN, para producir información que dé lugar a funciones

biológicas. Como se mencionó anteriormente, la información codificada del ADN

de la bacteria E-coli llenaría 800 páginas. Aunque algunas veces se argumenta

que esto puede llegar a suceder debido a algún tipo de selección química,

ninguna selección es posible en sistemas moleculares aún sin la capacidad de

duplicarse con ciertos errores ocasionales que den lugar a funciones con alguna

ventaja selectiva. El ADN, el ARN o las proteínas funcionales podrían mejorar

gradualmente por selección al irse modificando los errores de duplicación, pero

esto tiene poca importancia en moléculas que no sean suficientemente complejas

para dar lugar al menos a una función mínima. Estamos hablando de la versión

molecular del antiguo problema: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?

Resumen

Michael Behe ha argumentado a favor de la existencia de obstáculos

irreduciblemente complejos que un proceso evolutivo impulsado por la selección

natural no podría sortear: por ejemplo, el desarrollo simultáneo de los

diferentes componentes de un sistema no ofrece ninguna ventaja selectiva hasta

que cada uno de ellos se ha desarrollado y alcanzado un nivel más bien

avanzado, cuando todos pueden funcionar como un sólo sistema. Parecería que el

origen de la vida es un ejemplo de obstáculo irreduciblemente complejo en la

metanarrativa del génesis y desarrollo de los sistemas vivos. La información

expresada en forma de complejidad molecular no puede desarrollarse al azar y

por necesidad, sino que requiere una causa inteligente… un diseñador

inteligente… un Dios Creador.

RESUMEN BIOGRÁFICO: Walter Bradley, anteriormente profesor

y jefe del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad A&M de

Texas, es profesor distinguido en la Universidad Baylor. Recibió su doctorado

en Ciencia Materialista de la Universidad de Texas en Austin. Además de

publicar más de 150 artículos técnicos en diarios revisados por colegas y actas

de conferencias sobre ciencia e ingeniería materialista, ha sido coautor de

varias obras seminales sobre el origen de la vida, incluyendo un artículo en

Debating Design: From Darwin to DNA [Debatiendo el Diseño: Desde

Darwin hasta el ADN] (editado por William Dembski y Michael Ruse) y el libro

The Mystery of Life’s Origin [El Misterio del Origen de la Vida]

publicado originalmente por Philosophical Library. Hasta hoy, éste último sigue

siendo el texto más vendido y avanzado sobre el origen de la vida.

 


Published August 10, 2006