Por Tal Davis
“Ser o no ser: Esa es la cuestión”
William Shakespeare
Una de las preguntas más angustiantes que cada persona enfrenta en su vida es, ¿Qué pasará cuando yo muera? La respuesta a esta pregunta es, por tanto, una de las más cruciales que cualquier fe religiosa le pueda dar a sus seguidores.
Una respuesta que algunos han propuesto ha sido llamada el “Sueño del Alma”, o más precisamente, la doctrina de la “Inmortalidad Condicional”. Este punto de vista sostiene, llanamente, que cuando las personas mueren, su cuerpo físico cesa de funcionar y la fuerza vital del espíritu es retirada. Esto significa que su existencia conciente termina mientras esperan en la tumba un cuerpo resucitado restaurado por Dios al final de los tiempos. Su perspectiva es que los seres humanos no son naturalmente inmortales y no sobreviven, en ningún sentido, después de la muerte física.
Esta doctrina se propaga dogmáticamente por parte de WatchTower Bible And Tract Society (Testigos de Jehová). En su libro ampliamente distribuido, El Conocimiento Que Lleva A La Vida Eterna (Brooklyn: Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, 1995, p. 82) establecen:
Más aun, en la misma publicación (Pág. 83) aseveran:
“Por tanto, la Palabra de Dios se refiere a los muertos como dormidos. Por ejemplo, al enterarse que su amigo Lázaro había muerto, Jesucristo les dice a sus discípulos, “nuestro amigo Lázaro descansa, pero voy allá para despertarlo de su sueño.”
Otro grupo religioso que enseña el mismo punto de vista es la Iglesia Adventista del Séptimo Día (SDA). En su publicación oficial doctrinal, las creencias de los Adventistas del Séptimo Día. . . Una exposición Bíblica de 27 Doctrinas Fundamentales (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Assoc., 1988, p. 353) aseveran:
“La tumba no es un lugar de conciencia. Ya que la muerte es un sueño, los muertos permanecen en un estado de inconciencia en la tumba hasta la resurrección, cuando el sepulcro (Hades) entrega a sus muertos (Ap. 20:13).”
Tanto los Testigos de Jehová como el ASD basan esta doctrina del “sueño del alma” en sus interpretaciones de ciertos términos y pasajes bíblicos. Por ejemplo, ambos coinciden en que los términos seol del Antiguo Testamento en hebreo y hades del Nuevo Testamento en Griego se refiere a la tumba común del hombre. Por ello, no infieren ningún concepto de inmortalidad natural del alma en la muerte física. Los pasajes del Antiguo Testamento como Eclesiastés 3:19-21, 9:5,6; 12:7; Job 14:10-12; Salmos 115:17; y otros se citan normalmente para reforzar esta posición. Los pasajes del Nuevo Testamento tales como Mateo 9:24; Marcos 5:39, Juan 11:11-14; Hechos 7:20; 1ª. Corintios 15:51, 52; 1ª. Tesalonicenses 4:13-17; y 2ª. De Pedro 3:4, donde se refiere a la gente muerta como “dormida” o “adormecida”, son utilizados como prueba de que los muertos están en un estado de inconciencia no viva. El término “dormir” (Del Griego: Koimao o Katheudo) era un eufemismo bíblico común para la muerte. Pablo lo usó sólo para referirse a creyentes en Cristo que habían muerto.
Necesitamos preguntarnos, sin embargo, ¿estos pasajes realmente prueban incuestionablemente que los Testigos de Jehová, los ASD y otros mantienen su posición correctamente? Obviamente, no tenemos el espacio para analizar cada uno de los pasajes anteriores. Sin embargo, podemos analizar cuidadosamente algunos pasajes, particularmente del Nuevo Testamento y las palabras de Jesús, que quizás nos lleven a una conclusión distinta a la explicada anteriormente.
Los Testigos de Jehová, los ASD, y otros que proponen el “Sueño del Alma” no yerran al decir que no existe enseñanza dualista bíblica entre el alma humana y la vida física. Ciertamente el punto de vista Hebreo no es que el hombre posea un alma, totalmente separada del cuerpo, sino que el hombre es un alma que incluye su cuerpo mortal y su espíritu inmortal. Varios pasajes relevantes indican que una persona tiene una existencia espiritual conciente después de la muerte y antes de la resurrección del cuerpo.
Por ejemplo, en Mateo 22:31, 32, Jesús, respondiendo a la pregunta del matrimonio, la vida después de la muerte y la resurrección, cita Éxodo 3:6 y añade Su comentario de autoridad: “¿No han leído lo que dijo Dios, cuando dice “Yo soy el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob?” Él no es Dios de muertos, sino de vivos.” Las palabras de Jesús claramente implican que los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob estaban en los días de Jesús aun vivos, de alguna manera. ¿Haría Él una afirmación similar si estuvieran muertos espiritualmente?
De la misma manera, en Lucas 16:19-31 Jesús narra la historia de Lázaro y el hombre rico. Según esta historia, el pobre y justo Lázaro muere y va al “seno de Abraham” mientras el rico perverso (cuyo nombre no se menciona) muere y va al Hades. En ambos casos, se les presenta como concientes, atentos y comunicativos. Los defensores del Sueño del Alma sostienen que la historia es sólo una parábola sin interpretación literal. Si esto es así, sería entonces la única parábola que haya contado Jesús que no hubiera sido posible en la vida real, al menos de manera concebida. Aun las otras parábolas de Jesús resultaron ciertas de acuerdo a la vida, aunque no se tratara de hechos reales. Así pues, ¿cuál sería el caso de que el Señor usara información falsa para enseñar una verdad tan crucial relacionada con el destino de los muertos?
Otro evento clave donde las palabras de Jesús contradicen la idea del Sueño del Alma es cuando le habla al ladrón arrepentido en la cruz (ver Lucas 23:39-43). Después de la confesión del ladrón y su solicitud de clemencia, Jesús le respondió, “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”. Esta aseveración contradice la posición del Sueño del Alma. ¿Qué quiso decir Jesús con “hoy estarás conmigo” si el ladrón no tendría vida conciente después de morir? Algunos argumentan que los traductores malinterpretaron el pasaje poniendo una coma entre las palabras “tú” y “hoy”. Algunos argumentan que como el griego original no tenia puntuación, también podía leerse como “en verdad te digo hoy, estarás conmigo en el Paraíso” (una promesa de resurrección). Sin embargo, esta interpretación no parece muy probable. Jesús usó la frase “En verdad te digo” muchas veces en los evangelios como una validación de su autoridad divina. En ningún lugar agregó algún condicionamiento temporal tal como el “hoy”. Claramente el término “hoy” en el contexto debía ser adherido a la promesa; ese día el ladrón estaría con Jesús en el paraíso.
Uno de los eventos más dramáticos que agrega peso en esta cuestión es la transfiguración de Jesús (ver Mat. 17:1-8; Marcos 9:2-8; Lucas9:28-36, y 2ª Pedro 1:16-18). Pedro, Santiago y Juan personalmente escucharon la voz de Dios y testificaron la aparición visible de Moisés y Elías hablando con Jesús. El problema obvio para los defensores del Sueño del Alma es explicar cómo Moisés que había muerto siglos antes (ver Deut. 34:5,6), pudo aparecer súbitamente y conversar con Jesús y Elías (Elías no había muerto, sino que fue llevado por un carruaje de fuego, ver 2ª Reyes 2:11).
Quizá la declaración clásica de Jesús en relación a esto es cuando recibió las noticias de la muerte de su amigo Lázaro. Avisado por su hermana Marta del deceso de su hermano, Jesús le contestó diciendo “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá”.
El apóstol Pablo en sus cartas, igualmente, presenta evidencia de que no hay interrupción de la conciencia en la muerte al menos para el creyente en Cristo.
En 2ª. Corintios 5:6-8 (RVA) Pablo contemplaba la muerte.
“Así que vivimos confiados siempre, sabiendo que entretanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista.) Pero confiamos y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.” (RVA)
Pablo implica que si él muriera, sería separado de su cuerpo físico por un tiempo pero estaría presente ante el Señor Jesucristo en un sentido espiritual. Por tanto, para Pablo el anticipar la muerte no le aterrorizaba. Esto contradice claramente el punto de vista del Sueño del Alma.
En la misma epístola (ver 2ª. Cor. 12:2-4) Pablo describe a “un hombre” que, catorce años antes de su escrito, fue arrebatado “al tercer cielo” o “el Paraíso”. La mayoría de los académicos del Nuevo Testamento creen que hablaba de si mismo. En cualquier caso, Pablo declaró dos veces que no sabía si el hombre “había sido llevado en el cuerpo o fuera del cuerpo.” Si no hay existencia conciente separada del cuerpo, entonces él tendría que haber estado “en el cuerpo.” Pero Pablo dice sólo “Dios sabe”, sugiriendo al menos la posibilidad de un estado vivo de conciencia no material.
De manera similar, Pablo habla de su posible martirio en Filipenses 1:12-26. Evidentemente no piensa que pudiera ser muerto en ese momento ya que Dios le tenía aun mucho trabajo encomendado. Sin embargo, reconoce que, aunque muriera, sería ventajoso para él:
“Porque para mí, el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de ustedes” (Fil. 1:21-24, RVA)
Los defensores del Sueño del Alma no pueden explicar las palabras de Pablo si no creyera que vería a Jesús de inmediato después de su muerte, como fuera que esto ocurriera, pero no en el cuerpo.
Otra de las cartas de Pablo nos da alguna pista sobre el destino de los creyentes muertos. En 1ª. Tesalonicenses 4:13-18, Pablo escribe acerca de los que están “dormidos” o “muertos en Cristo”. Éstos eran creyentes que murieron antes del regreso del Señor. Sostiene que éstos acompañarán al Señor en su regreso y serán los primeros en resucitar de los muertos. Los defensores del Sueño del Alma dirían que esto se ajusta a su pensamiento. Sin embargo, en el capítulo cinco de la misma carta, Pablo habla del
estado presente de vivos y muertos, y a la espera del regreso futuro del Señor, diciendo,
“Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que (tiempo presente) velemos (vivos), o que durmamos (muertos), vivamos juntamente con Él.” (1ª. Tes. 5:9-10 RVA).
Conclusión:
Los estudiosos de la Biblia pueden diferir honestamente en algunos asuntos doctrinales. En el caso del Sueño del Alma (o la Inmortalidad Condicionada) nuestra posición es que esta doctrina contradice las enseñanzas del Nuevo Testamento y especialmente, las palabras de Jesús. Estas enseñan que la vida espiritual para los creyentes en Cristo, continúa después de la muerte en un estado intermedio de conciencia hasta la resurrección general de los muertos al regreso de Cristo.
Published October 31, 2017