Por William Wagner
Durante muchos años, los expertos en misiones han sabido que la cultura juega
un papel preponderante en el anuncio del Evangelio. Con frecuencia se enseña
que hay tres métodos de evangelización diferentes basados en la cultura, los
cuales pueden identificarse de la siguiente manera:
Evangelismo tipo E-1. Se lleva a cabo con gente de la misma cultura, idioma y
entorno; por ejemplo, un norteamericano que anuncia el Evangelio a otro
norteamericano.
Evangelismo tipo E-2. Se usa con gente de cultura similar; por ejemplo, un
norteamericano que evangeliza a un francés.
Evangelismo tipo E-3. Se aplica a gente de cultura, idioma y entorno totalmente
diferentes; por ejemplo, un norteamericano que evangeliza a un animista de la
jungla de África.
En cada categoría se necesitan procedimientos diferentes. No es de sorprender
que muchos norteamericanos cometan errores al tratar de dar testimonio a
musulmanes, ya que generalmente este tipo de evangelización cae dentro de la
tercera categoría. El Islamismo no es solamente una religión, sino también una
cultura y una forma de vida. Los norteamericanos que han aprendido los métodos
occidentales con frecuencia cometen errores al anunciar el Evangelio a los de
la fe islámica. Los siguientes son tres errores comunes al tratar de anunciar
el Evangelio a un musulmán:
1. No entender la seriedad de la religión en el contexto
islámico
Para la mayoría de los occidentales, la decisión de seguir a Jesucristo es muy
seria, pero en caso de asentir, las circunstancias inmediatas de la persona
varían sólo un poco. No es así para los musulmanes. El Corán es muy estricto al
enseñar que todo musulmán convertido a otra religión (ya sea el cristianismo o
algún otro sistema de creencias), es culpable de apostasía y debe ser castigado
con la muerte. Esta regla se cumple en todas las repúblicas islámicas, pero
como en Occidente no se puede matar a las personas por cambiar de religión,
amigos y familiares utilizan otros medios extremos para retener a los
musulmanes dentro del Islamismo. Entre esos medios se encuentran el secuestro y
encarcelamiento, las golpizas y una total exclusión de la familia.
El sólo hecho de acercarse a los musulmanes con el Evangelio los pone en una
situación muy comprometida. Temen lo que dirán los demás si hablan con un
cristiano, y temen por su alma, porque se les ha enseñado desde el nacimiento
que si se convierten al Cristianismo serán enviados al sexto nivel del
Infierno. (El séptimo es el peor).
El cristiano que anuncie el Evangelio debe darse cuenta de la gravedad que este
hecho implica para los musulmanes y sus familias. Al dar testimonio a un
musulmán, usted debe saber que si éste acepta a Cristo, probablemente se
enfrentará a la persecución o incluso a la muerte. Muchos norteamericanos no se
dan cuenta de la seriedad del cambio de religión en el contexto musulmán.
2. No estar dispuesto a asumir la responsabilidad de disciplinar
a los conversos
En una ocasión, estando en Alemania platiqué con un joven del Medio Oriente
residente en Núremberg acerca de su recientemente encontrada fe en Jesucristo.
Me contó sobre su decisión; pero, estaba decepcionado por el poco cuidado y
amor que la Iglesia le mostraba. Lo invité a Salzburgo, Austria, donde yo
vivía, y prometí conseguirle empleo, automóvil, un apartamento y una gran
camaradería en nuestro centro juvenil. Se decidió a ir y yo le proporcioné lo
que le había prometido. Estaba orgulloso de mi esfuerzo y creía que mi labor
estaba completa. Le dije que acudiera al centro juvenil los viernes y sábados
por la noche y a la iglesia los domingos. En unos dos meses me buscó para
contarme cuán decepcionado estaba de mi. Me sorprendió sobremanera, porque yo
había hecho mucho por él. Me dijo que había ido a Salzburgo esperando que yo
fuera su gurú (‘maestro’). Quería seguirme a todos lados y yo no estaba
dispuesto a permitírselo.
Las familias y comunidades musulmanas proporcionan a cada uno de sus miembros
seguro social, empleo, alimentos, amistad, esposo(a) y prácticamente todo lo
que es importante en la vida. Cuando ganamos a un musulmán para Cristo, debemos
estar dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para participar en su
discipulado. Ellos necesitan mucho más de nuestro tiempo y amor porque los
hemos arrancado de su sistema de apoyo, y debemos encontrar una manera de
compensarlos. Muchos norteamericanos no están dispuestos a hacer los
sacrificios necesarios.
En 1990 fui a una conferencia muy importante dirigida a los principales
evangelizadores de musulmanes en el mundo. Uno de los temas discutidos fue el
número de musulmanes convertidos al Cristianismo que habían permanecido fieles
a Jesucristo. El consenso fue que 80% había regresado al Islamismo porque no
nos tomamos el tiempo necesario para ayudarlos en la transición y darles unos
buenos fundamentos de la fe. Sin embargo, me alegra decir que recientemente
hemos visto algunos cambios, y que muchas más personas están permaneciendo en
su nueva fe e incluso formando iglesias compuestas principalmente por
musulmanes conversos.
3. No saber nada acerca del Islamismo
Cualquier
musulmán típico sabe más de Cristianismo que un cristiano de Islamismo. Así
como a los cristianos se les enseña a dar testimonio a los demás, a muchos
musulmanes se les está enseñando a refutar los argumentos cristianos, lo cual
anula nuestros esfuerzos de evangelización. Una vez hubo un debate abierto muy
publicitado entre el evangelista norteamericano Jimmy Swaggart y un famoso
erudito musulmán, el Dr. Ahmed Deedat. Aparentemente, Swaggart no consideró
necesario informarse acerca del Islamismo y se limitó a presentarse con
infinidad de citas bíblicas. Deedat respondió enumerando a muchos expertos
cristianos liberales que afirmaban la imposibilidad de confiar plenamente en la
Biblia y que la mayor parte de ella no era histórica. Swaggart perdió y los
musulmanes siguen vendiendo videocintas del debate en sus librerías para
mostrar a sus congéneres cómo estar preparados para recibir a los cristianos
que quieran presentarles el Evangelio.
Entre mayor sea nuestro conocimiento del Islamismo, mejores puentes ideológicos
podremos construir para acercarnos a los musulmanes. Existe un método muy
efectivo llamado “método del camello”. Los musulmanes dicen que hay 99
nombres de Dios conocidos por el hombre, pero que en el Cielo hay 100, y que la
única criatura de la Tierra que sabe el último nombre es el camello, por eso
tiene los labios curvados hacia arriba, semejando una sonrisa. Este método de
presentación del Evangelio consiste en construir un puente al decir al
musulmán: “Nosotros sabemos el centésimo nombre de Dios: es Jesucristo”. Esto
es como construir sobre las bases de lo que ellos saben, llevándolos más allá
de su camino para que crean en Jesucristo.
Conclusión
Los cristianos no deben tener miedo de dar testimonio a los musulmanes, sino
que deben buscarlos y hablarles decididamente. Lo principal es seguir la guía
del Espíritu Santo. Él te mostrará cuál es la mejor manera de acercarse a
ellos. Debo agregar que los medios más efectivos para ayudar a los musulmanes a
encontrar a Jesucristo sigue siendo el amor. Recientemente un líder islámico
declaró en una conferencia para clérigos musulmanes que “no permitan a su gente
tener contacto cercano con los cristianos, de lo contrario los cristianos los
amarán hasta arrastrarlos a su fe”. Esto sigue siendo verdad hoy.
Published August 12, 2006