La fiabilidad histórica del Evangelio de Juan

Por Craig L. Blomberg

De los cuatro evangelios del Nuevo Testamento, el que menos se parece a los

otros tres es el de Juan. Aunque algunos de los más escépticos estudiosos de

los evangelios desechan los cuatro por considerarlos poco fiables, muchos otros

están deseosos de dar crédito a los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) pero

siguen dudando que sólo unos detalles del cuarto evangelio puedan considerarse

históricos. Después de todo, sólo el evangelio de Juan contiene el milagro de

la conversión de agua en vino o la resurrección de Lázaro; el marco de tres

años para el ministerio de Jesús, incluyendo numerosas visitas a Jerusalén

durante diferentes festividades, repletas de singulares impugnaciones a los

líderes judíos; una serie de proclamas acerca de la identidad de Jesús que

prácticamente lo igualan a Dios, incluyendo las que Jesús hace de sí mismo, las

cuales son más numerosas y constantes que las encontradas en las demás

narraciones canónicas. También emergen muchas otras diferencias: el evangelio

de Juan no contiene ninguna de las parábolas o exorcismos característicos de

los evangelios sinópticos, pero si tiene discursos más largos de Jesús. En

general el cuarto evangelio toma su propio camino con mayor frecuencia tanto en

la totalidad de los pasajes como en los detalles específicos que Juan eligió

incluir en versículos que de otra forma serían paralelos. El lenguaje de Juan,

el narrador, y el de Jesús, el actor, parecen idénticos en muchos puntos. A la

luz de todas estas diferencias, ¿hay alguna forma de salvar la credibilidad

general de Juan? Catorce argumentos sugieren una respuesta afirmativa.

(1) Una de las razones de que el evangelio de Juan parezca tan diferente es

que Mateo, Marcos y Lucas están relacionados a nivel literario. A pesar de las

importantes diferencias que los distinguen, sus relatos tienen más similitudes

que divergencias porque Mateo y Lucas adoptaron la estructura general y

selección de pasajes de Marcos, limitándose a  complementarlos. Juan es

diferente porque literariamente es muy independiente de los evangelios

sinópticos. Si hemos de pesar más que contar a los testigos, en realidad

tenemos un caso de uno contra uno, en lugar de tres contra uno. Juan 21:25

puede ser hiperbólico, pero nos recuerda que de haberse escrito cuatro

evangelios totalmente independientes, serían tan diferentes uno del otro como

Juan es de Marcos y compañía.

(2) Aunque no hay suficiente paralelismo verbal entre el evangelio de Juan y

los demás como para sugerir un préstamo literario, Juan debe haber conocido el

extenso “índice” de los evangelios sinópticos, y casi con seguridad decidió

complementar sus retratos de Jesús con información que consideró demasiado

importante para dejarla fuera, en lugar de limitarse a hacer otra toma de los

episodios que ya habían sido registrados una, dos o tres veces.

(3) Cada trozo del evangelio de Juan tiene tanto interés teológico y

estructura temática como los sinópticos, así que cuando las dos versiones de la

vida de Jesús difieren, no podemos asumir automáticamente que la versión de

Juan es inferior. De hecho, parece que Marcos quiso manejar el clímax de la

acción narrando solamente un viaje de Jesús a Jerusalén, el que hizo durante la

Pascua, cuando fue crucificado. Como Mateo y Lucas lo imitaron en esto, por

consecuencia excluyeron toda oportunidad de narrar las enseñanzas y conflictos

de Jesús con las autoridades, o los milagros que sucedieron durante otras

incursiones a la capital judía o en el camino de Jerusalén a otras ciudades,

incluyendo la resurrección de Lázaro.

(4) El hecho de que cada evangelio haya sido escrito para una iglesia o

comunidad cristiana en particular explica en cierta medida la diferente

selección de pasajes que cada escritor incluyó. El anciano apóstol Juan parece

haber escrito su evangelio para las comunidades de Éfeso y alrededores en la

década de los ’90, cuando emergía el gnosticismo y aumentaba la exclusión de

judíos cristianos de las sinagogas locales. El  énfasis puesto sobre la

deidad y la humanidad de Cristo, y los argumentos con que los dos grupos

desafiaban una y otra de estas creencias, además de la fuerte polémica contra

ciertos líderes judíos clave, cuadran con este contexto de destinatarios

particulares.

(5) En un mundo que no había inventado aún las comillas para citar, ni había

sentido la necesidad de hacerlo, era totalmente aceptable parafrasear las

palabras de alguien en el propio estilo, sin marcar distinciones entre quien

habla y quien cita. Por el testimonio con el que Juan declara haber sido

inspirado por el Espíritu Santo (probable implicación de Juan 14:26 y 15:26) es

un hecho que debe haberse sentido libre de usar su propio estilo en lugar de

las palabras textuales de Jesús, en la creencia de que Dios lo estaba guiando

para decir lo correcto de todas formas. Al mismo tiempo, conviene señalar que

no hay tanta uniformidad en el estilo de Juan como algunos han sugerido. De

hecho 145 palabras utilizadas por Jesús en el Evangelio de Juan no se repiten

en ninguna otra parte del documento.

(6) Varios de los sermones largos de Jesús incluidos en el evangelio de Juan

tienen una forma que se aproxima mucho a la del discurso rabínico, dando

plausibilidad a la idea de que Jesús el judío pudo haber predicado de esa

manera. Es inconcebible que Jesús haya ido de aquí para allá usando solamente

los concisos proverbios y parábolas que se le atribuyen en los evangelios

sinópticos; de hecho, esos evangelios también incluyen sermones más largos

(entre ellos el famosísimo sermón de la montaña), que muestran signos de

cuidadosa estructuración.

(7) El cuarto evangelio presenta un relato del ministerio de Jesús mucho más

congruente desde el punto de vista cronológico, aunque no sea esta una

intención primaria de Juan, sino una “prestación” de su deseo de incluir

material sobre Jesús presente en las diversas festividades de Jerusalén (las

cuales se pueden fechar). Además, las proclamaciones que Jesús hace sobre sí

mismo en cada una de esas festividades combinan muy bien con el tema de la

celebración (“pan de vida” en la Pascua, “trabajar como el Padre” en el Sabbat,

“luz del mundo” y “agua viva” en la fiesta de los Tabernáculos, “buen pastor”

en el Jánuca, la fiesta de las luminarias, y así sucesivamente). Así mismo, el

evangelio de Juan contiene más detalles geográficos y topográficos que ningún

evangelio sinóptico, y en las partes donde se pueden probar han resultado

siempre precisos.

(8) Temas como “testigo” y “verdad” son centrales en el cuarto evangelio. En

repetidas ocasiones el editor final de este evangelio se refiere al discípulo

amado (tradicionalmente Juan) y da su “visto bueno” al cierre del documento

insistiendo que fue escrito por ese discípulo, cuyo testimonio es verdadero

(Juan 21:24). Es difícil relacionar este repetido énfasis con las afirmaciones

de que el evangelio de Juan es ficción literaria, o algo peor.

(9) Debemos tener cuidado de no sobrestimar las diferencias entre el

evangelio de Juan y los sinópticos. Muchos sucesos son comunes a ambas

tradiciones: los ministerios traslapados de Jesús y Juan Bautista; la curación

del sirviente de un gobernante; el acto de alimentar a 5,000 personas; la

caminata sobre las aguas; la entrada triunfal, arresto, pasión, crucifixión y

resurrección de Jesús. Algunas de las omisiones de Juan tienen sentido dada su

gran audiencia de paganos convertidos al cristianismo. Las parábolas eran un

método de enseñanza exclusivo de los judíos, mientras que los exorcismos

rayaban en lo “mágico” en un mundo grecorromano. En cuanto al elevado carácter

de la proclamación  de Juan en el sentido de que Jesús es la mismísima

Palabra de Dios, debemos recordar: que son Mateo y Lucas quienes introducen la

idea de la concepción virginal, indicadora de un origen igualmente

espectacular; que todos los evangelios muestran a un Jesús que habla de sí

mismo como enviado de Dios, lo que sugiere preexistencia; y que al caminar

sobre el agua el Jesús de los evangelios sinópticos dice literalmente “No

teman, yo soy”, una frase emparentada con la de Juan 8:58 (“Antes que Abraham

fuera, yo soy”) que habla de su carácter absoluto. Por el contrario, textos

como Juan 8:25, 10:25 y 16:29 señalan como en este evangelio incluso los

seguidores más cercanos de Jesús pensaron, aun hasta la última noche de la vida

del salvador, que había una dimensión críptica, tal vez incluso parabólica, en

su forma de hablar que no reflejaba claramente una “cristología

importante”.

(10) En varios casos, información encontrada exclusivamente en el evangelio

de Juan explica silencios de los evangelios sinópticos que de otra forma

resultarían extraños, y viceversa, creando un entramado entre las dos

tradiciones que difícilmente podría haber sido inventado. Mateo 23:37 describe

a Jesús lamentándose frecuentemente de que Jerusalén no estuviera dispuesta a

seguirlo, pero sólo el evangelio de Juan lo muestra yendo a dicha ciudad más de

una vez. Marcos 14:58-59 se refiere a la distorsionada acusación de que Jesús

había amenazado con destruir el templo, la cual no puede relacionarse con

ningún otro relato canónico sino con Juan 2:19. Por otro lado, la breve

referencia de Juan al encarcelamiento de Juan Bautista (Juan 3:24) pide a

gritos una narración elaborada del tipo encontrado sólo en los evangelios

sinópticos (p. ej. Marcos 6:14-29). Así también, las brevísimas referencias al

juicio de Jesús ante Caifás en Juan 18:24 y 28 presuponen el conocimiento de

detalles como los que sólo pueden encontrarse en Mateo, Marcos y Lucas (Marcos

14:53-65.)

(11) Varios textos de Juan hacen una clara distinción entre la reacción

inmediata de los discípulos a varias de las enseñanzas de Jesús y lo que

entendieron después de la resurrección del Salvador, sugiriendo de varias

maneras que Juan se hubiera salido del camino si hubiera registrado solamente

lo que la gente logró captar durante la vida de Jesús, sin mezclar percepciones

posteriores con la historia anterior. Vea especialmente Juan 2:22;  7:39,

12:16 y 16:12-13.

(12) En su conjunto, el género literario del evangelio de Juan, aunque se

parece más a los otros tres evangelios que a cualquier otro género antiguo,

efectivamente tiene numerosos toques de drama grecorromano -un género válido

para contar sucesos históricos, pero que por definición, da al escritor más

libertades artísticas en la forma de enmarcar las escenas, presentar los

personajes y estilizar los períodos históricos, entre otras cosas.

(13) En el evangelio de Juan, casi todo pasaje no paralelo contiene alguna

similitud con algo que sí ocurre en los evangelios sinópticos. Las semejanzas

pueden estar en el contenido central (por ejemplo, la curación de un paralítico

o un ciego), la correspondencia entre un milagro y una parábola (por ejemplo,

entre la conversión de agua en vino y la parábola de los odres); un tema clave

(por ejemplo, ministerio dirigido a los marginados, tales como samaritanos y

mujeres) o paralelismos entre elementos de un largo discurso en Juan y

comentarios individuales en los sinópticos (ejemplo, “debes nacer de nuevo” en

el largo intercambio entre Jesús y Nicodemo en Juan 3, y “a menos que sean como

niños…” en Mateo 18:3).

(14) El material no paralelo del evangelio de Juan ocasionalmente encuentra

verosimilitud en lo que sabemos de las tradiciones rabínicas. La familia ben

Gurión, con varias generaciones de líderes llamados Nicodemo, era muy rica y

poderosa. Caifás se ganó la reputación de ser particularmente malvado y

modificar tradiciones atesoradas desde hacía mucho tiempo por su propio pueblo,

incluyendo la introducción de la venta de animales expiatorios y el cambio de

moneda dentro de los mismos recintos del templo. Otros detalles concuerdan con

lo que sabemos por los historiadores judíos o romanos: alejar la pena de muerte

del sanedrín en la mayoría de los casos, o considerar que Anás tenía el cargo

vitalicio de sumo sacerdote, y de esa manera seguir honrándolo pidiendo su

opinión aunque Roma lo hubiera depuesto ya oficialmente.

No sorprende saber que durante la última mitad del siglo XX un número

considerable de estudiosos haya originado lo que llegó a conocerse como la

“nueva forma de ver a Juan”, reconociéndole un nivel mucho más alto de

fiabilidad histórica que el que se le había concedido en la primera mitad de la

centuria, y que los hechos y enseñanzas que atribuye a Jesús se desarrollan en

un ambiente judío. En mi opinión, si en el siguiente medio siglo se sigue

dedicando el mismo tipo de estudio sostenido al resto de los detalles

refutables, el nivel de confianza general en el cuarto evangelio crecerá en

proporción directa.


Published August 10, 2006