La infalibilidad de la Biblia

Por Norman L. Geisler

La Biblia es inspirada, pero infalible; es decir, sin errores. La razón es

sencilla: la Biblia es la Palabra de Dios, y Dios no puede equivocarse; por lo

tanto, la Biblia no puede equivocarse. Para negar la infalibilidad de la Biblia

uno debe afirmar que Dios puede equivocarse o que la Biblia no es Palabra de

Dios.

Dios no puede equivocarse
Las escrituras declaran

enfáticamente que “es imposible que Dios mienta” (Heb. 6:18 RVR1995). Pablo

habla del “Dios que no miente” (Tito 1:2 NVI). El es un Dios que, aunque

nosotros seamos infieles, “permanece fiel; no puede negarse a sí mismo” (2 Tim.

2:13 RVR1995). Dios es la verdad (Jn. 14:6) y también su Palabra es la verdad.

Jesús dijo al Padre: “Tú palabra es verdad” (Jn. 17:17 RVR1995). El salmista

exclamó: “La suma de tu palabra es verdad” (Sal. 119:160 RVR1995).

La Biblia es la Palabra de Dios
Jesús se refirió al

Antiguo Testamento como la “Palabra de Dios” que “no puede ser quebrantada”

(Jn. 10:35 NVI). Dijo: “Mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni

una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:18

NVI). Pablo agregó: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16

NVI). Salió “de la boca de Dios” (Mt. 4:4 NVI). Aunque fueron humanos quienes

registraron los mensajes “la profecía no ha tenido su origen en la voluntad

humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el

Espíritu Santo” (2 P. 1:21 NVI).

Jesús dijo a los líderes religiosos de su tiempo: “por la tradición que se

transmiten entre ustedes, anulan la palabra de Dios” (Mc. 7:13 NVI). Jesús

centró su atención en la Palabra de Dios escrita al afirmar una y otra vez:

“Escrito está…..Escrito está….. (Mt. 4:4, 7, 10). Esta frase aparece más de

noventa veces en el Nuevo Testamento. Es un fuerte indicador de la autoridad

divina de la Palabra de Dios escrita. Enfatizando la naturaleza infalible de la

verdad de Dios, el apóstol Pablo se refirió a las Escrituras como “la palabra

de Dios” (Rom. 9:6 RVR1995).

Conclusión lógica: la Biblia no puede equivocarse
Sí,

Dios ha hablado, y no ha tartamudeado. El Dios de la verdad nos ha dado la

Palabra de Verdad, y ésta no contiene ninguna mentira. La Biblia es la Palabra

infalible de Dios.

¿Qué pasa con la ciencia y la historia?
Algunos han

sugerido que la Escritura siempre es confiable en asuntos espirituales y

morales, pero que no siempre es correcta en asuntos históricos. Sin embargo,

los primeros frecuentemente están intercalados con lo histórico y lo

científico. Un cuidadoso examen de la Escritura revela que las verdades

científicas (hechos) con frecuencia son inseparables de las espirituales. Por

ejemplo, no se puede separar la resurrección de Cristo, una verdad espiritual,

del hecho de que su cuerpo abandonó la tumba y más tarde apareció físicamente

(Mt. 28:6; 1 Cor. 15:13-19). Así mismo, si Jesús no nació de una virgen

biológica, no es diferente del resto de la raza humana sobre quien yace el

estigma del pecado de Adán (Rom. 5:12). Además, la muerte de Cristo por

nuestros pecados no puede separarse de su literal derramamiento de sangre en la

cruz, porque “sin derramamiento de sangre no hay remisión” (Heb. 9:22 RVR1995).

La existencia y caída de Adán no pueden ser un mito. Si no hubo un Adán ni una

caída reales, entonces la enseñanza espiritual sobre el pecado heredado y la

muerte física es un error (Rom. 5:12). La realidad histórica y la doctrina

teológica permanecen de pie o caen juntas. Así mismo, la enseñanza moral de

Jesús acerca del matrimonio se basó en la unión de un Adán real con una Eva

real (Mt. 19:4-5). En cada uno de estos casos la enseñanza moral o teológica

pierde significado si se separa del hecho histórico. Si uno niega la

literalidad espacial y temporal del suceso, no hay bases para creer la doctrina

construida sobre la Escritura.

A menudo Jesús comparó realidades espirituales con sucesos del Antiguo

Testamento, como su muerte y resurrección con Jonás y el gran pez (Mt. 12:40);

o su segunda venida con los días de Noé (Mt. 24:37-39). Tanto la ocasión como

la forma de esa comparación dejan claro que Jesús estaba afirmando la

historicidad de esos sucesos del Antiguo Testamento. De hecho, Jesús aseguró a

Nicodemo: “Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿entonces

cómo van a creer si les hablo de las celestiales?” (Jn 3:12, NVI). En resumen,

si la Biblia no habla con la verdad acerca del mundo físico, entonces no se

puede confiar en ella cuando habla del mundo espiritual. Los dos están

intimamente realacionados.

¿Qué es “verdad” y “error”?
Como la Biblia es

enteramente verdad, es necesario especificar con mayor claridad qué queremos

decir con “verdad” y qué constituiría un “error”. Por verdad entendemos lo que

corresponde a la realidad. Luego, un error es lo que no corresponde a la

realidad. La verdad es decir las cosas como son. El error es lo contrario. Por

lo tanto, nada erróneo puede ser verdadero, aunque el autor haya tenido la

intención de contar la verdad al decir algo erróneo. Un error es un error, no

sólo una desorientación. De no ser así, toda expresión sincera sería verdadera,

aunque fuera una burda equivocación. Así mismo, algo no es verdad sólo porque

logra un propósito, ya que muchas mentiras triunfan.

Claramente, la Biblia se refiere a la verdad como aquello que corresponde a

la realidad y al error como lo que no corresponde a la realidad. Esto es

evidente a partir del hecho de que la palabra “error” se utiliza para faltas

aunque no sean intencionales (Lv. 4:2). En todo su texto, la Biblia implica una

visión de correspondencia con la realidad. Por ejemplo, cuando los diez

Mandamientos ordenan “No des falso testimonio” (Ex. 20:16 NVI), se implica que

no está bien interpretar mal los hechos. Así mismo, se utiliza una visión de

correspondencia con la realidad cuando los judíos hablan de Pablo al

gobernador: “Usted mismo, al interrogarlo, podrá cerciorarse de la verdad de

todas las acusaciones que presentamos contra él” (Hch. 24:8, NVI). Estando en

eso él dice: “Usted puede comprobar fácilmente” los hechos (Hch. 24:11

NVI).

¿Puede el carácter humano de la Biblia afectar su

veracidad?
La Biblia puede ser la Palabra inspirada por Dios en

un sentido, pero también es palabra humana. Sus autores fueron humanos y “errar

es humano”. Por lo tanto, debemos esperar que haya algunos errores en la

Biblia. Así va el argumento. En pocas palabras, la clara y sencilla verdad de

Dios ha sido oscurecida por la mentira de Satanás, el maestro de la mentira

(ver Jn 8:44).

Analicemos con razonamientos lo que está mal. Una sencilla analogía puede

ayudarnos. Consideremos un razonamiento paralelo e igualmente defectuoso: 1)

Jesús fue humano, 2) los seres humanos pecan, 3) por lo tanto, Jesús pecó.

Cuaquier estudiante de Biblia puede ver rápidamente que esta conclusión es

errónea. Jesús nunca pecó (Heb. 4:15 BLS; 2 Cor. 5:21 NVI). Jesús fue un

“cordero sin mancha y sin defecto” (1 P. 1:19, NVI). Como Juan dijo acerca de

Jesús: “él es puro” y “justo” (1 Jn. 3:3, 2:1; NVI). Entonces, si Jesús nunca

pecó, ¿cuál es el defecto del argumento ‘Jesús fue humano, los humanos pecan,

por lo tanto Jesús pecó’? ¿Dónde se pierde la lógica?

El error está en asumir que Jesús fue como cualquier otro humano. Por

supuesto los simples seres humanos pecan, pero Jesús no fue un simple ser

humano. Fue un humano perfecto. De hecho, Jesús no sólo era humano, también era

Dios. Así mismo, la Biblia no es un simple libro humano, también es Palabra de

Dios. Como Jesús, la Biblia es divina y humana. Y así como Jesús fue humano

pero no pecó, la Biblia es un libro humano pero no yerra. Tanto la Palabra Viva

de Dios (Cristo) como su Palabra escrita (la Escritura) son humanos pero no

yerran. Son divinos y no pueden equivocarse. No puede haber más error en la

Palabra escrita de Dios (la Escritura) que pecado en la Palabra Viva de Dios.

Dios no puede errar, punto.


Published August 22, 2006