Las apariciones de Jesús resucitado

Por Gary R. Habermas

Cuando el Nuevo Testamento define e identifica los datos del evangelio, al menos se mencionan siempre 3 elementos. La deidad, la muerte y la resurrección de Jesús.1 La clave sobre la resurrección de Jesús la aportan sus apariciones posteriores a la muerte. Los estudiosos críticos concuerdan en que el desarrollo entero de la iglesia primitiva, su alabanza, escritos y testimonios, no hubieran progresado si los discípulos no estuvieran absolutamente convencidos de que Él había conquistado a la muerte apareciendo delante de ellos posteriormente.

A través de este ensayo, no asumiré la inspiración o confiabilidad de los escritos del Nuevo Testamento, aunque pienso que estas doctrinas reposan en un respaldo sólido. Me referiré casi exclusivamente a aquellos datos tan bien documentados que impresionarían aún a la vasta mayoría de los académicos no evangélicos. Cada punto es demostrado con datos contundentes, aunque yo no pueda más que brindar una acotación a estas razones.

Debemos aclarar desde el comienzo que aunque algunos académicos contemporáneos pasan por alto las referencias a los escritos del Nuevo Testamento, algunos no lo hacen con frecuencia. La razón es que los datos confirmados pueden ser usados dondequiera que se encuentren.

Usando casi exclusivamente estos datos completos y reconocidos, enlistaré 10 consideraciones que confirman las apariciones de Jesús resucitado. Cada ángulo tiene lo siguiente en común: Indica que una o más personas estaban completamente convencidas que habían visto a Jesús después de su muerte. Aunque no puedo defender la tesis adicional aquí, otras personas y yo hemos debatido en otras oportunidades a detalle que esta convicción no puede ser corroborada por medios naturales. Quizás de manera sorpresiva, relativamente pocos académicos escépticos incluso apoyan estas hipótesis alternativas.2  Por tanto, la conclusión más plausible es que los discípulos y otros más en verdad vieron a Jesús resucitado.

Aquí está el enigma absoluto de mi caso: Estos 10 argumentos señalan a los discípulos y a otras personas que tuvieron experiencias reales y visuales. Cuando se yuxtaponen con el error de las alternativas naturales posibles, tenemos un indicador especialmente fuerte de que, después de su muerte, Jesús apareció ante muchas personas. Estas apariciones fueron ante grupos y ante individuos. En otras palabras, si las evidencias múltiples señalan experiencias visuales, y los intentos naturales no pueden explicar lo contrario, la explicación más acertada es que Jesús resucitó de los muertos. En breve, las experiencias de los primeros discípulos más la falla de las teorías naturalistas equivale en resultado a las apariciones de un Jesús resucitado.

Nuestros primeros cuatro argumentos se obtienen de las cartas de Pablo. Los siguientes seis son tomados de otras porciones del Nuevo Testamento.

  1. Por un número de razones, cuando los académicos modernos discuten las apariciones de Jesús resucitado, inician con el apóstol Pablo. Habiendo él sido un poderoso opositor del mensaje cristiano (Gál. 1:13-14; Fil. 3:4-7; 1 Corintios 15:9). Pablo explica que él fue convertido de su alto rango dentro del judaísmo. Claramente, la razón de este cambio fue su creencia en haber visto a Jesús resucitado (1ª Cor. 9:1;  15:8; Gál. 1:16).  Como estudioso tanto del judaísmo como del cristianismo, la aparición de Jesús ante Pablo lo califico como un testigo excepcionalmente importante de la resurrección de Jesús.
  2. Más allá de su conocimiento y su testimonio ocular, Pablo contribuye más allá al caso de las apariciones de Jesús resucitado. Pocas conclusiones en este estudio son más ampliamente aceptadas por los académicos que como lo establece 1ª. Cor. 15:3, donde Pablo registra una tradición muy antigua que precede a su libro, probablemente por un par de décadas. Incluso podría ser anterior a la conversión de Pablo al cristianismo. Después de explicar lo que recibió de otros, Pablo informa de manera sucinta el Evangelio que se predicaba en la primera época del cristianismo. Que Cristo murió por nuestros pecados y que fue sepultado. Después de esto, fue levantado de entre los muertos y apareció ante muchos testigos.
    Pablo le dice a sus lectores que él enseñaba esto que él mismo recibió de otros (ver 1ª Cor. 15:3). Su declaración explícita es importante, debido al respeto que los académicos tienen por el testimonio de Pablo. Más aun, su declaración ha sido reivindicada porque hay muchos indicadores textuales de que las palabras que siguieron no fueron escritas por él. Por ejemplo, esta lista de apariciones muestra una estructura paralela, como si fuera un antiguo catequismo cuyo propósito fuera ser distribuido y aprendido. Más aun, para identificar otras características, la estructura de oraciones en griego, la dicción y algunas de las palabras, no pertenecen a Pablo, a juzgar por sus otras epístolas.

    La mayoría de los académicos que estudian la materia piensan que Pablo recibió este material por el año 35 D.C., sólo tres años después de su conversión, al realizar su primer viaje a Jerusalén. Pablo explica que visitó a Pedro y a Santiago, el hermano de Jesús (ver Gál. 1:18-19). En el contexto inmediato tanto antes como después, Pablo discute la naturaleza del Evangelio (ver Gál. 1:11-2; 10). Además, la elección de palabras de Pablo en el versículo 18 muestra que entrevistó a los dos apóstoles para obtener información. Aquí tenemos una tradición excepcional casi inmediata a Jesús, centrada en el testimonio del Evangelio, incluyendo claramente las apariciones de Jesús resucitado.

  3. Pablo fue tan cuidadoso en asegurar la veracidad del mensaje del Evangelio que regresó a Jerusalén 14 años después de su visita inicial (ver Gál. 2:1-10). Sorprendentemente, ¡su propósito fue asegurarse completamente que predicaba la verdad (ver Gál. 2:2)! Por segunda ocasión, Pablo realiza su investigación histórica. Aparte de Pedro y Santiago, otro apóstol principal, Juan, estuvo presente. ¿Podría haber consultado Pablo a otros tres más prominentes líderes cristianos? Crucialmente, estos cuatro testigos fueron los más influyentes en la iglesia naciente. Y con una sola voz, testificaron en esta fecha tan temprana de las apariciones de Jesús resucitado. El punto culminante fue la enseñanza del Evangelio de Pablo, que incluyó la resurrección (ver 1ª Cor. 15:1-5), al ser aprobada por los otros tres apóstoles. Ellos no añadieron nada a su mensaje (ver 1ª Cor. 2:6, 9). Ambos viajes de Pablo a Jerusalén proporcionaron los datos y la confirmación que él deseaba.
  4. En 1ª Corintios 15:11, Pablo añadió otro nivel de su testimonio personal. Ya aprendimos que los otros líderes apostólicos habían aprobado el mensaje del Evangelio de Pablo. Ahora Pablo asegura que también él sabía lo que otros predicaban. Y como habían confirmado su mensaje años atrás, ahora Pablo testifica que le fue enseñada la misma verdad que él conocía en relación a las apariciones de Jesús resucitado (1ª. Cor. 15:11). De hecho, Pablo registró apariciones separadas de dos: Pedro (ver 1ª. Cor. 15:5) y Santiago (ver 1ª Corintios  15:7). Junto con Juan, todos los apóstoles predicaron la misma verdad, eran testigos de las apariciones de Jesús resucitado (ver 1ª. Cor. 15:12, 15).

    Los académicos unánimemente reconocen a Pablo como el primer y mejor testigo de las apariciones de Jesús resucitado. Consideraciones similares a éstas cuatro proporcionan un indicador del valor del testimonio de Pablo sobre las apariciones de Jesús resucitado. Pero los escritos de Pablo están lejos de ser la única evidencia. Hay al menos seis confirmaciones más que se integran para formar un fundamento aun más sólido.

  5. Además de 1ª Corintios 15:3, los académicos coinciden en que muchos otros libros del Nuevo Testamento también contienen tradiciones antiguas anteriores a los textos en los que aparecen. Muchos de los mejores ejemplos se encuentran en el libro de los Hechos, donde se registran síntesis de las primeras predicaciones.3  El centro de estas aseveraciones es la muerte y resurrección de Jesucristo.
  6. Virtualmente nadie, amigo o enemigo, crítico o creyente, niega que era su convicción de haber visto a Jesús resucitado lo que originó en los discípulos transformaciones radicales. Estaban dispuestos a morir específicamente por su creencia en la resurrección. A través de los siglos muchas personas han podido ofrecer voluntariamente sus vidas por causas políticas o religiosas. Pero la diferencia crucial aquí es que mientras muchos habían muerto por sus convicciones, los discípulos de Jesús estaban en el lugar correcto para corroborar la veracidad o falsedad del evento por el que estaban dispuestos a morir.
  7. Siempre se reconoce que durante el ministerio de Jesús, su hermano Santiago fue un escéptico (ver Juan 7:5). Probablemente era uno de los miembros de la familia que en Marcos 3:21-35 ¡pensaron que Jesús estaba loco! Pero, ¿cómo explicamos los sorprendentes informes de que tiempo después Santiago lideró la iglesia en Jerusalén (Gál. 1:18-2:1-10; Hechos 15:13-21)? De acuerdo con el comentario del credo de 1ª. Corintios 15:7, Jesús apareció ante Santiago, una confirmación más de sus apariciones como resucitado.
  8. La tumba en que fue sepultado Jesús fue encontrada vacía poco tiempo después de esto. La predicación apostólica inicial de la resurrección comenzó en Jerusalén, ¡donde una tumba cerrada u ocupada hubiera causado un desastre! Más aun, la unanimidad de que las mujeres fueron los primeros testigos de la tumba vacía es otra fuerte consideración, ya que el prejuicio común en contra del testimonio femenino indica que los reportes no fueron invenciones. Aunque la tumba vacía no demuestra las apariciones de Jesús resucitado, fortalece las afirmaciones de los discípulos de haber visto a Jesús resucitado.
  9. El hecho de que la resurrección de Jesús se convirtiera en el mismo centro de la primera fe cristiana también confirma su veracidad, ya que, por esta razón, fue repetidamente afirmada por los creyentes y refutada por los no creyentes. Por ejemplo. Pablo visitó a los apóstoles en Jerusalén al menos dos o tres veces para garantizar la integridad del mensaje del evangelio. Por cierto, no existiría cristianismo sin este evento (ver 1ª. Cor. 15:14, 17). Fue la proclamación principal de la iglesia (ver Hechos 4:33). Los incrédulos atacaron esta joya de la fe, pero no pudieron desacreditar la roca sobre la que estaba fundada: Las apariciones de Jesús.
  10. Finalmente, 2000 años de intentos por parte de los incrédulos por explicar lo que sucedió con Jesús en términos naturales han fracasado. Los líderes judíos de Jerusalén tenían el poder, motivos y la facilidad de investigar exhaustivamente la proclamación de las apariciones de Jesús resucitado. Conocían acerca de la muerte y sepultura de Jesús. Aunque estaban idealmente ubicados para exponer un fraude, no refutaron la evidencia. Incluso los académicos escépticos de hoy no encuentran explicación para lo que ocurrió.

Por razones como estas 10, la gran mayoría de académicos contemporáneos concluyen que los discípulos de Jesús y otros sostenían que habían visto a Jesús después de Su crucifixión. Esto es lo que los primeros creyentes proclamaron y estas enseñanzas son confirmadas por una sorprendente variedad de detalles en varias perspectivas. Podríamos incluso decir que los discípulos estaban abrumados ellos mismos por tales evidencias, que les convencían que habían visto a Jesús resucitado. Dado que por tesis naturales no se pueden explicar estas experiencias, las apariciones de Jesús resucitado prevalecen como la mejor explicación de estos hechos históricos. Las experiencias de los primeros discípulos más la falla de las teorías naturalistas equivale en resultado a las apariciones de un Jesús resucitado.

Notas Finales

1Para ejemplos, vea Romanos 1:3-4; 10:9; Hechos 2:22-36; 3:12-23.

2Vea Gary R. Habermas y Michael R. Licona, The Case for the Resurrection of Jesus (Grand Rapids: Kregel, 2004), especialmente las páginas 79-150; Gary R. Habermas, The Risen Jesus and Future Hope (Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 2003), especialmente el Capítulo 1.

3Los ejemplos más comúnmente citados incluyen 1:21-22; 2:22-36; 3:13-16; 4:8-10; 5:29-32; 10:39-43; 13:28-31; 17:1-3; 17:30-31.


Published August 10, 2006