¿Predijo Jesús su muerte violenta y resurrección?

Por Craig A. Evans

A lo largo del siglo XX los críticos del evangelio frecuentemente han

afirmado que las predicciones de Jesús acerca de su muerte y resurrección son

“vaticinia ex eventu” (profecías a partir del suceso), formuladas por la

iglesia primitiva. El crítico de forma Rudolf Bultmann resumió con precisión la

opinión de los eruditos de nuestros días cuando dijo que “las predicciones de

la pasión y resurrección … desde hace mucho tiempo han sido identificadas

como invenciones secundarias de la iglesia”.

Las predicciones a las que Bultmann se refiere son las que se encuentran en

los evangelios sinópticos (Mc 8:31; 9:31; 10:33-34 y paralelos en Mateo y

Lucas). Debe admitirse que estas predicciones fueron editadas a la luz de lo

que realmente sucedió a Jesús. Pero hay muy buenas razones para creer que Él de

hecho anticipó su muerte violenta y reivindicación mediante la resurrección.

Veamos las pruebas de la anticipación de su muerte violenta.

Anticipación de una Muerte Violenta

Primero que nada, el destino de Juan Bautista con seguridad fue para Jesús

un presagio de lo que le esperaba. Es muy probable que Jesús y Juan hayan sido

muy unidos, entonces es razonable asumir que al continuar la proclamación de

Juan sobre el arrepentimiento y la llegada del Reino de Dios, Jesús haya

reconocido el peligro. De hecho, en una declaración que responde claramente a

las amenazas de Herodes Antipas, el tirano ejecutor de Juan, Jesús replicó:

“Vayan y díganle a ese zorro: ‘Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y

sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer. Tengo que

seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un

profeta fuera de Jerusalén'” (Lc 13:32-33 NVI). En el contexto de los límites

del templo, donde centra la atención en Juan (Mc 11:27-33), Jesús cuenta la

parábola de los Viñadores Malvados (Mc 12:1-12), donde implica que el “hijo”

del dueño del viñedo (es decir, Jesús) será asesinado.

Tal vez la prueba más contundente de que Jesús presentía su muerte se ve en

la oración del huerto, en la víspera de su arresto, donde deja ver su miedo

ante la inminencia de los hechos. Postrándose, Jesús dice: “¡’Abba’, Padre!,

todas las cosas son posibles para ti. Aparta de mí esta copa; pero no se haga

lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Mc 14:36, RVR1995).

Esta corta y penosa oración ciertamente es auténtica. ¿Por qué querría

alguno de los primeros cristianos inventar una frase en la que Jesús aparece

asustado y reacio a ir a la muerte? Es difícil imaginarlo. Basta con hacer una

comparación con el sereno Jesús del cuarto evangelio, quien con la mayor

dignidad repasa con su Padre Celestial la gloria que han compartido durante

toda la eternidad (ver Juan 17). No podría imaginarse un contraste más lúgubre

que el de la angustiosa oración sinóptica. De hecho, aun en la muerte el Jesús

de Juan conserva esta calma y dignidad surrealistas, proclamando desde la cruz

“Todo está cumplido” (Juan 19:30, DHH). La tradición de Juan documenta así la

tendencia eclesial de presentar a Jesús con una imagen más digna y dominante.

La sinóptica oración del huerto no deja traslucir dicha tendencia.

Los evangelios también dicen que Jesús dijo a sus discípulos que tomaran la

cruz y le siguieran (Mc 8:34). Jesús presiente una muerte violenta. En vista de

este sombrío destino, ¡podrán seguirlo sus discípulos? Lo interesante aquí es

que, en cierto sentido, Jesús mismo no hace lo que enseña a sus discípulos.

Cuando llega la hora de tomar su cruz, no puede hacerlo; alguien más tuvo que

cargarla (Mc 15:21). La tensión entre lo dicho y lo que realmente sucede más

tarde despierta fuertes debates sobre la autenticidad de la frase, porque la

ficción post-pascual podría haber puesto en boca de Jesús palabras

completamente coherentes con la pasión.

También existen modelos judíos del sufrimiento de los justos que beneficia

al pueblo de Israel. Uno piensa en el misterioso sacerdote Taxo y sus siete

hijos, cuyo martirio precede a la aparición del Reino de Dios y a la caída de

Satanás (ver Testamento de Moisés 9-10). La muerte de los mártires macabeos

también se recuerda como despeje del camino para la redención de Israel (2 Mac

7:32-33).

En vista de estas pruebas provenientes de los evangelios, las cuales son

aclaradas en formas importantes por el contexto religioso en que Jesús vivió y

ejerció su ministerio, es muy probable que Jesús hablara en algún momento de su

muerte violenta y tratara de explicar su importancia.

Anticipación de la Resurrección

¿Presintió Jesús su resurrección? Es probable que sí. Una vez que empezó a

hablar de su muerte, es muy posible que empezara a hablar de su reivindicación

mediante la resurrección. Habría sido muy extraño que no la presintiera, pues

los judíos piadosos creían mucho en la resurrección de los muertos. Deben

tomarse en cuenta tres factores:

Primero, Jesús, como muchos otros judíos de su tiempo, creía en la

resurrección de los últimos días (Dn 12:1-3; Enoc 22-27; 92-105; Jub 23:11-31;

4 Mac 7:3; 4 Esdras 7:26-42; 2 Bar 21:23; 30;2-5; Josefo, J.W. 2.8.11 p. 154;

2.8.14 pp. 165-166; Ant. 18.1.3-5 pp. 14, 16 y 18). Jesús defiende la

resurrección en su respuesta a los saduceos (Mc 12:18-27). Dice a su anfitrión

en una cena: “Cuando ofrezcas un banquete, llama a pobres, mancos, cojos, y

ciegos, y serás bienaventurado, ya que ellos no tienen para recompensarte; pues

tú serás recompensado en la resurrección de los justos” (Lucas 14:13-14, LBLA).

Además, como Jesús creía que la hora escatológica estaba al alcance de la mano,

y que se empezaba a sentir el dominio de Dios, probablemente también creía que

la misma resurrección generalizada no estaba lejos. La misma idea aparece

atestiguada en los Pergaminos del Mar Muerto, donde el Mesías y la resurrección

generalizada están ligados (ver 4Q521). Con estas luces debemos interpretar la

predicción de Jesús acerca de su propia reivindicación.

Segundo, la predicción de Jesús acerca de su resurrección “después de tres

días” o “en el tercer día” casi con seguridad está basada en Oseas 6:2, como lo

refleja la paráfrasis del texto en arameo. La predicción es producida por un

Jesús que hablaba arameo e interpretó la Biblia, no por la comunidad cristiana

posterior a la Pascua que leía y corregía las Escrituras en griego. Mientras

que el texto hebreo dice: “Nos revivirá después de dos días; al tercero nos

levantará para que podamos vivir en su presencia” (y el texto griego dice algo

similar), el arameo dice: “Nos dará vida en los días de consolación que

vendrán; en el día de la resurrección de los muertos nos levantará”. Jesús

presupuso la orientación interpretativa reflejada en el texto arameo

parafraseado. Aludió a este pasaje con la confianza de que sería ascendido

“después de tres días” (o “en el tercer día”, es decir, “el día de la

resurrección de los muertos”, que dada la cercanía del Reino de Dios, debía

estar al alcance de la mano. Este pasaje de Oseas en realidad no se cita o

parafrasea en los evangelios, lo que nos impide verlo como prueba cristiana. De

hecho, no hay indicios de que los discípulos hayan entendido completamente la

alusión y curiosa exégesis de Jesús, ni de que hayan sido reafirmados de manera

alguna con esta(s) predicción(es). A pesar de las reafirmaciones, su movimiento

perdió impulso.

Tercero, hay una tradición muy fuerte de mártires judíos piadosos que

esperaban la reivindicación mediante la resurrección posterior a su muerte

violenta y cruel. Esto se observa especialmente en 2 Macabeos 7 en las

grotescas historias de la tortura y ejecución de siete hermanos que se rehúsan

a violar la ley mosaica. Uno de los hermanos responde airadamente a Antíoco:

“Tú, criminal, nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo nos

resucitará a una vida eterna a nosotros que morimos por sus leyes” (v. 9). Otro

hermano advierte al tirano: “Acepto morir a manos de los hombres, esperando las

promesas hechas por Dios de que Él nos resucitará. Para ti, en cambio, no habrá

resurrección a la vida”. (v. 14) Si estos jóvenes esperaban la resurrección,

¿por qué no la iba a esperar Jesús?

Las pruebas en su conjunto apoyan la conclusión de que Jesús sí esperaba su

resurrección, tal vez como parte de la resurrección generalizada, y que dicha

resurrección tendría lugar muy pronto después de su muerte. Para gran sorpresa

de sus discípulos, su resurrección sí tuvo lugar, y “en el tercer día”.

1 R. Bultmann, La Historia de la Tradición Sinóptica (Oxford: Basil Blackwell,

1972 [original alemán, 1921]), p. 152.

2 Apelo aquí al “criterio de la vergüenza”, entendido como la improbabilidad

de que la iglesia primitiva inventara material que se convirtiera

posteriormente en fuente de su propia vergüenza.

3 Ver mi estudio “¿Predijo Jesús su Muerte y Resurrección?”, en S. E. Porter

M. A. Hayes y D. Tombs (eds.), Resurrección (JSNTSup 186, RILP 5; Sheffield:

Sheffield Academic Press, 1999) 82-97; cf. N. T. Wright, La Resurrección del

Hijo de Dios (Minneapolis: Fortress, 2003) 409-11.

4 Ver J. W. Van Henten, Los Mártires Macabeos como Salvadores del Pueblo

Judío: Un Estudio de 2 y 4 Macabeos (JSJSup 57; Leiden: Brill, 1997). Ver

también J. W. Van Henten y F. Avemarie, Martirio y Noble Muerte: Textos

Seleccionados de la Antigüedad Grecorromana, Judía y Cristiana (Londres y Nueva

York: Routledge, 2002).

5 J. D. G. Dunn, Jesús Recordado (Cristianismo en Construcción 1; Grand

Rapids: Eerdmans, 2003) 818-24


Published August 10, 2006