Todos deseamos hacer un gran trabajo en el ministerio. Pero la grandeza en el Reino de Dios viene con un costo.
La gran pregunta
Una de las mejores formas de evaluar la condición de tu corazón y considerar si estás creciendo en tu carácter espiritual es haciéndote la pregunta que Jesús planteó dos veces en Marcos 10, una vez a sus discípulos y luego al ciego Bartimeo. La pregunta es: «¿Qué quieres que haga por ti?».
Si Jesús estuviera junto a ti y te hiciera esta misma pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti? ¿qué le pedirías? ¿Cuál sería el anhelo de tu corazón?
Ahora, aplica esa pregunta a tu ministerio. Si Jesús te preguntará: ¿Qué quieres que haga por tú iglesia, por ti como pastor, o por ti como plantador?, ¿cómo le responderías?
La verdadera grandeza
Sabemos cómo respondieron los discípulos: «Concédenos que en tu gloria nos sentemos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda» (v. 37). Su petición fue la grandeza. Ellos querían ser grandiosos en el Reino que Jesús establecería. Y, en este caso, los discípulos estaban en lo correcto, pero también se equivocaron. Porque todos los discípulos deberían anhelar la grandeza, ¿verdad? Todos los discípulos deberían desear agradar a su maestro. Todos deberíamos querer ser grandiosos en el Reino de Dios y hacer grandes cosas para el Reino de Dios. Pero se equivocaron en su concepto de grandeza. Y ahí es donde nosotros también nos equivocamos.
Como puedes ver, ellos querían ser los hombres más visibles, más influyentes y poderosos en el reino. Y querían grandeza, pero no tanto a los ojos de Dios, sino a los ojos del hombre. Es por esto que Jesús tuvo que explicar el significado de la verdadera grandeza.
El pasaje dice: «Llamándolos junto a Él, Jesús les dijo: «Ustedes saben que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no es así, sino que cualquiera de ustedes que desee llegar a ser grande será su servidor, y cualquiera de ustedes que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos»» (vv. 42-45).
- El sufrimiento
¿Qué nos enseña este pasaje sobre el carácter del Reino? Pues, en primer lugar, que la verdadera grandeza significa el sufrimiento. Luego de que los discípulos piden ser los más grandes en el Reino, Jesús les recordó que ser grandioso significa beber de la copa del sufrimiento. Es tomar tu cruz y seguir a Jesús.
Pero cargar una cruz no es una experiencia agradable. Pastorear implica sufrir. El pastorear bien involucra un gran sufrimiento. Decimos que queremos ser las manos y los pies de Jesús. Pero debemos recordar lo que le pasó a las manos y los pies de Jesús. Y no hay camino hacia la gloria que no pase por el camino de la cruz. Entonces, el sufrimiento es una parte de la verdadera grandeza a los ojos de Dios.
- El servicio
En segundo lugar, la verdadera grandeza significa el servicio. Jesús dijo que hay que ser servidor y ser esclavo. Y esa es una declaración bastante difícil de aceptar. Los discípulos buscaban un lugar prominente donde sentarse. Sin embargo, Jesús les dijo que encontraran un lugar donde servir. La manera del mundo es usar la autoridad para minimizar a los demás, pero a los ojos de Dios, servir es grandeza. ¿Alguna vez has notado que casi todos los líderes del Nuevo Testamento, incluyendo a los que escribieron las cartas y los evangelios de la Biblia, comenzaron como verdaderos siervos?
He escuchado a pastores usar Hechos 6 como pretexto para no tener puestos como ser meseros, como si Hechos 6 dijera: «Bueno, el pastor no debería rebajarse a servir mesas. Su deber es estudiar la Palabra toda la semana». Y mi respuesta a eso es: «¡Espera un momento!». Lo que implica el pasaje en Hechos 6 es que los líderes se dedicaban tanto a ser siervos que otras personas tenían que obligarlos a dejar de servir. El espíritu de servicio era parte de su ministerio y no consideraban que hacerlo fuera «rebajarse». ¿Cuándo fue la última vez que alguien tuvo que decirte: «¿Pastor, déjeme hacerlo por usted”? Usar Hechos 6 como pretexto para no servir a los demás es una mala interpretación del pasaje.
Entonces, para desarrollar un carácter como el de Dios, piensa en algunas formas tangibles que puedas usar para recordarte a ti mismo que estás allí para servir. Muchos pastores gastan sus energías tratando de dejar una huella de su alta posición en otros en vez de tratar de tener en mente una posición humilde en ellos mismos. Lo cierto es que cuando un hombre se cree demasiado grande para ocupar un lugar pequeño, es demasiado pequeño como para ocupar un lugar grande. El mundo determina tu importancia por la cantidad de personas que te sirven. Pero a Dios le importa más la cantidad de personas a las que tú estás sirviendo.
- El sacrificio
Y, en tercer lugar, la grandeza a los ojos de Dios implica el sufrimiento, el servicio y el sacrificio. Recuerda cómo termina el pasaje: «Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos» (v. 45). Jesús vino para entregar su vida en rescate por muchos. Esa es la prueba fundamental de grandeza en el Reino de Dios. Más adelante, el apóstol Juan aprendió esta lección, porque él es quien escribió: «En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos» (1 Juan 3:16).
Una vez más, te pregunto a ti como líder: ¿qué quieres de Dios? Si quieres verdadera grandeza, significa que tienes que estar dispuesto a vivir una vida de sufrimiento, servicio y sacrificio; eso es lo que requiere el carácter del Reino.
Adaptado de “El sufrimiento, el servicio y el sacrificio” Church Planting Masterclass.
Published mayo 15, 2024