POR KATHY FERGUSON LITTON
Jen Wilkin afirma que las mujeres son “esenciales e indispensables para la misión de la iglesia”. Sus palabras resuenan poderosamente para las esposas de plantadores de iglesias, ya que su plena colaboración es fundamental. Ella es una líder y misionera vital. A menudo comparte el espíritu emprendedor de su esposo y asume enormes responsabilidades en casa, en el trabajo y en la iglesia. Ella es realmente “esencial e indispensable” en la vida de la plantación de una iglesia.
Mientras las esposas de los plantadores de iglesias se vuelcan generosamente en la salud y el bienestar de quienes las rodean, puede que al mismo tiempo estén descuidando su propio bienestar y el cuidado de su alma.
Existe una tendencia al aislamiento entre las esposas de los plantadores, y sus razones son válidas. Ellas no tienen margen, el agotamiento está siempre al acecho y les cuesta encontrar la energía relacional necesaria para hacer comunidad.
Elegir el aislamiento puede parecer conveniente, noble o incluso una preferencia, pero es peligroso. Permanecer desconectadas hace mucho más que hacernos sentir solas. En realidad, nos debilita y nos deja expuestas a tentaciones multiplicadas. Nos quedamos vulnerables.
“La soledad es un regalo de Dios. El aislamiento es una herramienta del enemigo”. Carey Niewhof
EVITA EL AISLAMIENTO
Así como un león tiende a aislar a su presa para devorarla, Satanás tiene una táctica similar. No seas ingenua. La aleccionadora advertencia de 1 Pedro 5:8 dice: “Sean prudentes y manténganse atentos, porque su enemigo es el diablo, y él anda como un león rugiente, buscando a quien devorar” (RVC).
Esposa de plantador de iglesias, te ruego: evita el aislamiento. Realmente están mejor juntas, hacerlo sola no termina bien.
LOS BENEFICIOS DE ESTAR JUNTAS
En la vida y en el ministerio, tomarse de la mano como hermanas te ofrece:
- Comprensión
Pocas cosas te aíslan más que ser incomprendida. Plantar es un reto único y pocos comprenden sus exigencias. Se padece fácilmente de dolor y frustración cuando las esposas se topan con una perspectiva poco útil y desinformada sobre su llamado y su mundo. Cuando los demás comprenden el sacrificio, la incertidumbre y la lucha constante contra el desánimo, es como un regalo para un corazón cansado y agobiado.
- Apoyo
Muchas familias plantadoras se encuentran lejos de casa. Cuando surgen exigencias o crisis que pueden requerir manos amigas, es difícil encontrar apoyo. La dolorosa pérdida de la familia cercana se reduce a medida que se construye una nueva comunidad amorosa y atenta. Sin embargo, no se puede construir sin intencionalidad y esfuerzo. La Biblia nos recuerda: una hermana ha nacido para la adversidad.
- Perfeccionamiento
Las mujeres perfeccionan a otras mujeres. Qué recurso tan enriquecedor: sabiduría, experiencia, conocimientos y pasión, todas compartidas entre las mujeres de tu propia ciudad. El aprendizaje entre compañeras es un resultado enriquecedor cuando las mujeres se conectan y colaboran. Se crea una sinergia tremenda cuando las líderes femeninas que viven en la misión del evangelio se perfeccionan mutuamente: se convierten en una poderosa fuerza espiritual.
- Risas y diversión
Las mujeres llevan cargas complejas y pesadas en su vida diaria. Tal vez sean propensas a caer en la trampa de tomarse a sí mismas demasiado en serio. Sus corazones necesitan risas y diversión. Cuando las esposas se reúnen, me encanta ver cómo la risa las invade, trae sanación a sus vidas. Solo toma unos instantes para que la incomodidad inicial desaparezca y las risas llenen la sala. Las mujeres salen un poco más ligeras, con un poco más de combustible en el tanque. “Un corazón alegre es la mejor medicina” (Proverbios 17:22 RVC).
A FIN DE CUENTAS, LA HERMANDAD ENTRE MUJERES ES PARA LA MISIÓN
La hermandad entre mujeres no es opcional, es una necesidad.
La hermandad entre mujeres les proporciona un aliado absolutamente necesario. “Aliado” tiene su origen en la palabra latina “alligare”, que significa “unirse a”, como las naciones que son aliadas en tiempos de guerra: se unen por el bien de la misión y para protegerse mutuamente. ¿Por qué las naciones se convierten en aliadas? Reconocen la necesidad porque entienden que son mejores unidas por el bien de la misión.
La hermandad ente mujeres, a fin de cuentas, tiene que ver con la misión de la esperanza del evangelio. Cuando tu pie pisó por primera vez el suelo de Buenos Aires, México o San José, tu propósito era demostrar el corazón de Dios y compartir la realidad del evangelio. Otras mujeres en tu ciudad comparten esos profundos anhelos y ese llamado. Cuando las mujeres “se unen” como aliadas son infinitamente más fuertes. Colectivamente, se convierten en una poderosa fuerza espiritual.
La gran comisión es un llamado colectivo. Se le encargó a la comunidad por excelencia: la iglesia. No sólo nos necesitamos unas a otras, en realidad es más que eso. Hannah Anderson dijo sabiamente:
“Dios coloca la misión más allá de nosotras intencionalmente para exigirnos que trabajemos juntas, llamándonos a salir del aislamiento e ir hacia la dependencia”.
Pocas de nosotras queremos ser dependientes y, sin embargo, Hannah nos recuerda que la misión del evangelio nos sobrepasa: exige que nos unamos mano a mano por el bien de la misión.
¿Puede acelerarse el evangelio cuando las mujeres se unen como aliadas verdaderamente en la misma misión? ¡Sin duda, se puede! No subestimes la poderosa fuerza espiritual de un grupo de mujeres que se unen apasionada y colectivamente por el bien del evangelio y por la gloria de Dios.
Hermanas, somos mejores juntas.
Versículos para orar:
“Tengámonos en cuenta unos a otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como es la costumbre de algunos, sino animémonos unos a otros; y con más razón ahora que vemos que aquel día se acerca”. Hebreos 10: 24-25 (RVC)
“Que el Dios de la paciencia y de la consolación les conceda a ustedes un mismo sentir, según Cristo Jesús, para que todos juntos y a una sola voz glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Romanos 15:5-6 (RVC)
PUBLICADO EL 29 DE OCTUBRE DE 2020
Kathy Ferguson Litton
Kathy vive en Mobile, Alabama, con su esposo, Ed, pastor de la iglesia Redemption Church. Ambos perdieron a sus antiguas parejas en accidentes de tránsito, y Dios les dio un nuevo amor y una nueva vida juntos en 2009. Kathy disfrutó de 26 años de vida y ministerio junto a Rick Ferguson. Tiene tres hijos y diez nietos. En la actualidad, ejerce como directora de desarrollo de esposas de plantadores de iglesias.
Published November 8, 2022